40 años de Mecanoo
Francine Houben lleva al frente de Mecanoo desde 1984. Casi cuatro décadas de una trayectoria rigurosamente consolidada. ¿Sus claves? Un perfecto equilibrio entre lo local y lo global. Y un decidido empeño por responder con innovación y sensibilidad a los retos que el presente —y el horizonte del futuro— plantea a la sociedad. Desde la ciudad neerlandesa de Delft, Mecanoo sigue aportando a la arquitectura una intensa vitalidad, capaz de ver en circunstancias complejas —como la causada por el COVID-19— la posibilidad de reparar y abrir vías para un mejor desarrollo. A la búsqueda de soluciones específicas, el estudio lo tiene claro: “Detrás de un edificio, lo que cuenta esencialmente es la disposición de forma y emoción”.
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FRANCINE HOUBEN
realizada por Alicia Guerrero Yeste y Fredy Massad
ROOM Diseño.- ¿Cómo está Mecanoo sobrellevando el confinamiento?
Francine Houben.- Tenemos muchísimos proyectos en marcha, pero, a la fuerza, algunos planes se han alterado. Ahora tendría que estar en Estados Unidos para la apertura de la Biblioteca Pública de Nueva York y la Biblioteca Conmemorativa Martin Luther King en Washington. Y también para ofrecer este semestre un curso en la Universidad de Yale, que finalmente estoy impartiendo online.
Por lo demás, y dado que tenemos obras en muy distintas partes del mundo, estamos perfectamente acostumbrados y dispuestos para el teletrabajo, así que todo continúa funcionando en orden. Algo que siempre digo a mi equipo es: “Estad preparados para lo predecible y para lo impredecible”. Esta crisis es un ejemplo de esto último.
R.D.- ¿Te ha llevado toda esta situación a replantearte aspectos de la arquitectura que ahora han demostrado tener más trascendencia de la que habitualmente se les otorga?
Francine Houben.- Estas bibliotecas, por ejemplo, están pensadas de tal manera que ya ofrecen garantías de seguridad para evitar el contagio del coronavirus. En Nueva York, donde la gente siempre toma el ascensor, hemos propuesto un edificio que pueda recorrerse caminando, creando lo que yo denomino una “escalera social”. En nuestras construcciones hacemos tramos de escalera con un mínimo de 1,60 m de anchura para que puedan ser un lugar de encuentro; algo que resulta más interesante y más seguro que estar de pie en un elevador. También diseñamos escritorios muy alargados, cuya amplitud guarda la distancia que previene la transmisión de virus.
El inmueble donde se encuentra nuestra oficina en Nueva York está de momento cerrado, pues el acceso a cualquier piso debe hacerse en ascensor; mientras que nuestro despacho en Delft —un antiguo hospital en el que solo hay escalera— es fácilmente convertible en un sitio a prueba de epidemias. Y, además, se puede llegar a él en bicicleta si no se vive demasiado lejos como para utilizar otro medio de transporte.
R.D.- En NS Vision Interior Train of the Future abordáis el asunto del transporte público, pero también os preocupáis de otros ámbitos tradicionalmente alejados de la arquitectura. ¿Anticipáis así posibles nuevos usos y tratamientos del espacio?
Francine Houben.-La labor de Mecanoo es una reacción a las necesidades de la sociedad: vivienda, centros educativos, movilidad… En este último tema llevo dos décadas trabajando, y recientemente lo estoy vinculando con el paisaje. Hemos diseñado un nuevo parque en Holanda, estamos creando nuevas islas en el país… Me especializo en cosas que no he hecho con anterioridad. Por eso pienso que, aunque terrible, el coronavirus supone también una circunstancia tremendamente interesante porque nos está alentando a aportar nuevas ideas. Pese a lo atroz, hay algo muy emocional y poético en todo lo que está pasando. Creo que va a conllevar un momento de cambio. Por ejemplo, que todo vuelva a suceder de manera más local y próxima. La obtención de alimentos tendrá suma importancia en el futuro. A propósito de esto, nuestra propuesta para el Trinity College de Toronto es un edificio sostenible donde se producirá comida en la cubierta y en el sótano, y se cooperará con granjeros de la zona. Todo ello con objeto de crear conciencia entre los estudiantes.
R.D.- Además del papel que tradicionalmente tiene un arquitecto, ¿qué nuevo rol va a desempeñar dentro de esta transición como “constructor social”?
Francine Houben.- No sabría decir, ya que hay muchos tipos de arquitecto. En mi caso, estas cuestiones encajan a la perfección con mi propia filosofía humanista. Para mí la prioridad no es construir, sino tener una visión mucho más holística. Hace ya más de 20 años que Mecanoo planteó que el futuro se basaría en la colaboración. Hemos de pensar colaborativamente, también porque así los arquitectos podremos ofrecer una nueva imaginación a los políticos.
Humanismo en la arquitectura europea versus star system
Mecanoo ha desarrollado una trayectoria profesional tanto local como global. Durante el periodo de edificios icono y arquitectos-estrella, el estudio supo destacar a nivel internacional, pero sin incurrir en las trampas de la celebridad. Su compromiso ha respondido siempre a las necesidades humanas, y ha buscado ofrecer a las personas lugares con una función y una cierta poética.
R.D.- ¿El concepto de “arquitecto-estrella” ha sido perjudicial para la credibilidad de la arquitectura?
Francine Houben.- No sé si este concepto partió de los grandes estudios o de la propia sociedad, pero creo que constituye un gran riesgo para los estudiantes y los arquitectos jóvenes. Al fin y al cabo, nuestra profesión consiste en ser visionarios y a la vez dar respuestas a la comunidad. Ese tipo de actitud ha sido siempre crucial para Mecanoo: no somos artistas. Es decir, me siento artista, pero soy consciente de que no estoy produciendo una obra exclusivamente para mí misma. No puedo tomar decisiones basándome en motivos estrictamente personales. Puedo tomar decisiones audaces si estoy desarrollando una vivienda privada, pero no si estoy haciéndolo con espacio público.
R.D.- ¿Cómo ha incidido vuestra experiencia de lo local y lo global a la hora de construir?
Francine Houben.-El primer proyecto con el que comprendimos su significado está en España, el teatro de la Llotja en Lleida. Un edificio urbano, cosmopolita y vanguardista que se ha inspirado en los colores del campo y la piedra de su antigua y gran catedral. Sucedió lo mismo en Taiwán; el Centro de Arte de Kaohsiung es una interpretación subjetiva de esa urbe. Digamos que, de alguna manera, es un tipo de proceso intuitivo.
R.D.- La intuición y la experimentación son clave en vuestra filosofía.
Francine Houben.-Mucho de lo que está ocurriendo en el campo de la ciencia se basa en la intuición. Es la acumulación de experiencia lo que te permite tenerla, no es algo que descienda sobre uno por inspiración divina. Llevo cuarenta años trabajando y creo que es algo incluso más rápido que el conocimiento.
R.D.- En España también habéis firmado el Palacio de Justicia en Córdoba.
Francine Houben.-Otra experiencia muy positiva. Siempre creo que Holanda y España tienen de algún modo una buena conexión. Un aspecto que me gusta de colaborar con españoles es su capacidad para improvisar, algo que encaja muy bien con la cultura holandesa.
R.D.- ¿Qué aprendizaje te ha aportado trabajar en países tan diferentes?
Francine Houben.- Cada país es distinto, tiene distintos contextos culturales y distintas formas de construir, pero al final tenemos exactamente las mismas preocupaciones. Y seguramente ese sea el motivo por el que nuestro despacho siempre incide tanto en los valores humanistas. Me siento intelectualmente enriquecida por haber podido llevar a cabo toda esta labor.
R.D.- Y en tu formación como arquitecta, ¿a quiénes tienes como referentes?
Francine Houben.-Charles y Ray Eames fueron cruciales para mí: cercanos e innovadores, proponían una belleza atemporal y siempre trabajaron para el gran público. En 1985 recibí una beca para ir a Japón. Además de conocer allí a los arquitectos más importantes, me influyó no solo la delicadeza de su arquitectura joven, sino también la tradición de los jardines de Kyoto.
De Álvaro Siza aprendí a tener la libertad de otorgar mayor carácter escultórico a mis proyectos. Admiro asimismo a David Hockney, que a su edad continúa enérgico y experimentando. También Wubbo Ockels —astronauta y posteriormente profesor de sostenibilidad— fue una figura profundamente inspiradora para mí, con él comprendí cómo debemos observar la tierra y desarrollar ideas innovadoras.