Maotik. El arte digital canadiense que viene del frío

Comparte

Mathieu Le Sourd -alias Maotik- no llega en solitario de Canadá. Su obra también surge de ese territorio desolado donde rige la abstracción. Sus espacios de inmersión multimedia y sus obras visuales generadas matemáticamente tienen una factura impecable y la sencillez de lo extremadamente estudiado. Podría decirse que su estilo se acerca a lo mejor del arte japonés. Permítanme explicarme.

Fue en el siglo XIX cuando Europa cayó víctima de la fascinación por la cultura de esas islas: se la denominó japonisme. La economía temática, sumada a la sencillez y la sofisticación de sus composiciones, se apoderó del imaginario europeo. Pronto las vanguardias del continente comenzaron a introducir motivos, colores y perspectivas niponas en las bellas artes y la arquitectura.

Aquel pasado resulta curiosamente similar al terreno donde hoy se mueven creadores digitales como Maotik. Sin embargo, en esta ocasión la fuente de inspiración no es Japón, sino su ciencia y su tecnología, y la fascinación que ejercen sobre la actual vanguardia podría rebautizarse como Scientisme. El canadiense crea obras como Flow, Dromos o Aeryon, pero también el género y su definición: “olas de datos a tiempo real”, “paisajes algorítmicos”, “arquitectura reactiva”. Maotik es un artista que surfea el tsunami de la ciencia. O quizá un científico que busca expresarse artísticamente.

Cuando uno contempla los ukiyo-e, los grabados en madera japoneses, de inmediato comprende su influencia sobre los impresionistas. Se siente el choque de civilizaciones: una tradición milenaria contra una tradición más joven pero igual de importante. El estruendo de aquel choque fue ensordecedor, Toulouse-Lautrec, Gaugin, Van Gogh… Y salvando las distancias, estamos ante un nuevo choque: el de una cultura renacida tras una explosión atómica y una que aún carga el peso de Occidente. Es cierto que Julio Verne imaginó el Viaje de la Tierra a la Luna, pero no olvidemos quiénes inventaron a Godzilla.

MAotik. Arte digital canadiense

Quizá sea un error verlo de ese modo, quizá sea apenas una intuición euroexcéntrica. Pero el arte asiático, ducho en códigos y algoritmos, posee una impronta de riesgo emocional. Tal vez sea debido a la sabiduría nipona de los shokunin, cuyo perfeccionismo no excluye lo estético. Si la belleza es una forma de la verdad, en Occidente esa estética es menos artística que cientificista.

MAotik. Arte digital canadiense

LAX, en el aeropuerto de Los Ángeles; los jardines iluminados de Light Sowers en Eslovaquia; Impulse en Montreal… El éxito, la globalidad y la eficacia visual de Maotik en sus realizaciones arquitectónicas son señales de que la exquisitez y el uso armonioso de la tecnología no son cualidades ajenas a él. Sin embargo, la deriva que este y muchos otros autores han tomado quizá esté dirigiendo la creación hacia una tierra mucho más fría que Canadá: la fría estepa de la matemática, un erial que no perdona.

MAotik. Arte digital canadiense MAotik. Arte digital canadiense

MAotik. Arte digital canadiense MAotik. Arte digital canadiense MAotik. Arte digital canadiense

 

 

 

 

Tu opinión importa

Dinos, ¿qué te ha parecido este artículo?

Puntuación media 0 / 5. Recuento de votos 0

¡No hay votos hasta ahora! Sé el primero en calificar esta publicación.

Tags

Comparte