En las llanuras rurales al norte de Pekín, cubiertas metálicas de color y residencias de estilo occidental empiezan a sustituir a las tradicionales viviendas con patio de teja y ladrillo. En contraposición, ARCHSTUDIO ha construido la casa de huéspedes Lei Homestay tratando de mantener la esencia local. Sostenibilidad, memoria y reutilización para dar un impulso al tejido turístico, sirviendo de referente y punto de encuentro entre la comunidad y los forasteros.
Una casa de huéspedes con dos patios
En la villa de Yangjiaqiao Norte, Yukou, en el distrito de Pinggu, las casas se ordenan en grandes manzanas atravesadas por calles. Unas veces, estas dejan paso solo una persona y, otras, tienen simplemente 40 centímetros de anchura siguiendo la ordenanza. Aunque en el caso de Lei Homstay no hace falta más, ya que se construye en torno a un patio de tamaño generoso, con una altura máxima permitida que da para dos plantas y un tejado a dos aguas. Lo que en principio pareciera agobiante, en realidad, es lujo espacial.

El solar de 400 m2 se encontraba ocupado previamente por varias construcciones pequeñas y tres árboles. Estos fueron plantados por el padre del dueño actual, condicionando así todo el proyecto y convirtiéndose en protagonistas de los dos patios que conforma esta casa de huéspedes. La vivienda se articula como una cuidada composición de volúmenes entrelazados en un equilibrio perfecto entre intimidad y apertura.


Arquitectura china para la vida rural
El nivel bajo se cierra con muros de ladrillo macizo —rescatados del terreno— que garantizan la privacidad, al tiempo que las zonas compartidas —salón, comedor, cocinas china y occidental, salas de recreo y de ajedrez— quedan bañadas por la luz y la presencia de la vegetación. A la parte de arriba se le ha querido dar la sensación de flotar sobre dicho muro, separándolo sutilmente como si de un dosel de madera se tratase. Es aquí donde se organizan seis habitaciones repartidas en tres plataformas escalonadas, siguiendo un ritmo orgánico, yuxtaponiendo altillos con suites occidentales o tatami clásico, cada una con su propia identidad dentro de una experiencia comunal única.


Toda la planta superior está edificada con madera prefabricada laminada, en una búsqueda de buen rendimiento ambiental dentro de una sostenibilidad bien entendida; también para dotar a los ambientes de una particular riqueza espacial. En la misma línea, el empleo de pino silvestre para la estructura principal aporta calidez y tactilidad, dejando la memoria del lugar a los ladrillos rescatados y la preservación de los dos caquis y el nogal, que presiden los patios y, por ende, todas las estancias interiores.


El dueño ha definido la propuesta como “una casa que respira” por la inspiración en el entorno, los materiales y los métodos de construcción. Y es que el conjunto transmite un estilo de vida natural y reposado, muy rural. En un futuro próximo, Lei Homestay funcionará no solo como hospedaje, sino como punto de encuentro para la vida comunitaria, propiciando el cruce entre vecinos y huéspedes, y planteándolo como un motor que reactive la vida social del pueblo.

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