Ni cocinera, ni food designer: artista. Gohar empezó aceptando encargos de catering cuyo resultado no necesariamente parecía comestible y que ha elevado la comida a una categoría escultórica, transformándola en el eje central de cualquier celebración. Una artista cuyo trabajo vive a caballo entre la instalación y el aperitivo.
Food design instagrameable
El boom del food design, la búsqueda de nuevas experiencias alrededor de los sentidos, la omnipresencia de Instagram y la necesidad de encontrar nuevos recursos para comunicar son algunos de los factores que han contribuido a forjar la trayectoria de esta artista.Conocimos la labor de Laila Gohar vía Instagram en 2013. Desde entonces hasta hoy, Gohar se ha convertido en una estrella.
Ha metido una mortadela de cuatro metros en las Galeries Lafayette, ha esculpido en mantequilla, ha hecho peces de gelatina de champán rellenos de rosas, auténticas torres de rabanitos, langostinos o brócoli. Todo esto para firmas como Tiffany & Co, Gucci, Prada, Hermès, Simone Rocha, Nike, Ganni; una lista de clientes envidiables, pero también Mini, Santa & Cole, Frieze New York y su propia intervención en Alcova durante el último Salone di Mobile en Milán. Que la revista New Yorker le haya dedicado un perfil de varias páginas el pasado mes de septiembre, nos hace pensar que la carrera de la joven egipcia solo acaba de comenzar.
La experimentación a través del catering
Gohar se recrea en la escala, las texturas y el aspecto de los alimentos para oficiar su propio evento dentro del evento al que la hayan convocado: una fiesta dentro del festejo de turno que le permite jugar con los invitados. Canapés que hay que recolectar, romper o cortar más que servir. Nada de cazar tapas al vuelo de una bandeja. Aquí no está claro qué se come y qué no. Ni si lo que nos metemos en la boca es dulce, salado, vegetal o animal. Esculturas comestibles con un toque antiguo y moderno a la vez. Algo que podría haber degustado María Antonieta y que seguirá vigente dentro de 30 años, como lo define una de sus amistades.
Y es que Gohar encuentra en sus acciones gastro una herramienta de comunicación, un disparador de conversaciones y relaciones humanas imprescindible en sitios en los que nadie se siente cómodo del todo: una inauguración en una galería, una fiesta posdesfile, una presentación empresarial. En estos actos en los que los asistentes no se conocen necesariamente, sus creaciones suscitan curiosidad, sorpresa o perplejidad. En esa tensión es donde ella se hace fuerte, aprovecha el contexto para sacar todo el partido al hábito de comer. Para ella no es la comida lo que importa, sino lo que se genera alrededor de ella.
Laila Gohar y su Gohar World
Gohar llegó a Nueva York —donde reside— desde su Cairo natal, vía Miami. Lo cierto es que en varias de sus entrevistas afirma no tener acabada la carrera (Relaciones Internacionales) y haber pasado por las cocinas de varios restaurantes. Su porfolio es el resultado de una búsqueda: la de su lugar en el mundo cuando no terminaba de encajar en ninguna parte. Pero más que encontrar su espacio, lo ha creado haciendo de ello una profesión, una propuesta gastronómica y estética que acaba de materializarse en una marca, Gohar World, con un matiz fantástico y surrealista. Como si artesanos de la vieja Europa materializaran en un servicio de mesa los sueños de David Lynch. Veremos qué más sorpresas nos trae la joven egipcia. Porque al igual que las rosas que viven en sus gelatinas, su trabajo no es flor de un día.
Si te interesa el food design de Laila Gohar, no te pierdas el de los británicos Bompas & Parr.
Tiffany & Co, Gucci, Prada, Hermès, Simone Rocha, Nike, Ganni, Mini, Santa & Cole, Frieze New York, entre otros.