Bancos, taburetes, expositores invisibles que huyen de cualquier protagonismo… Un paseo por el trabajo de Marta Ayala Herrera nos hace ver su gusto por lo discreto, lo pequeño, lo silencioso; por lo que parece secundario.
Tradición y vanguardia: el mix de Marta Ayala Herrera
Esta cordobesa afincada en Barcelona ha formado parte de los Rising Talent Awards de Maison et Objet; ha sido nominada al Premio Futuro en la primera edición de los premios ROOM y seleccionada por AD en su lista Best of España. Además, obtuvo el New Designer Award 2019 de la revista Neo2. Y antes de eso, en 2018, sus muebles fueron escogidos como soporte para el encuentro Libros Mutantes de La Casa Encendida. Una trayectoria, hasta ahora, tan sólida como su porfolio.
Al mirar sus piezas, uno percibe que Marta Ayala Herrera conoce la tradición y no reniega de ella. Todo lo contrario, la absorbe y la renueva. De hecho, en casi todas sus obras hay algo que creemos haber visto antes. Y con esa familiaridad, su mobiliario se cuela hasta la cocina. Los suyos no son diseños que dan un golpe en la mesa. Son rompedores, pero sin estrépito, y nada es lo que aparenta. Ni el taburete de corcho ni sus bancos de enea ni su jarra cortada para que el agua caiga como una cascada dentro del vaso. De una rebeldía callada, sus creaciones demuestran una vanguardia que no asusta, pero no por eso son menos actuales.
Diseño español contenido
Su esencia combina sensibilidad, sobriedad en el color y en la forma y un uso evidente —pero no manido— de la geometría. Lo que le da a todo una rotundidad reservada. Solo el ojo entrenado descubriría las cualidades de estos objetos dentro de un espacio. Esa contundencia matemática —o el empleo contenido del cromatismo— muestra que detrás hay un oficio muy depurado, que no se entretiene en la tendencia, sino que está en una búsqueda continua.
No nos sorprende tampoco el juego entre artesanía y diseño industrial tan propio de su generación, que tiene un pie en el pasado y otro en el futuro. Pero esta unión de términos antagónicos no solo la encontramos en Marta Ayala. También la observamos en Sebastian Herkner, Álvaro Catalán de Ocón o Luca Nichetto. Un intento por mantener los oficios y aprovechar el saber tradicional de los maestros. Si toda creación pasa por destruir, en el caso de Ayala Herrera la ruptura no es en absoluto traumática.
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