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Sencillo, minimalista o expresionista son algunos de los adjetivos, a veces contradictorios, que han jalonado la trayectoria de Konstantin Grcic. Elegido Diseñador del Año en la pasada edición de Basel-Miami, Grcic se ha ido forjando con cada proyecto. Trabajos que, sin pretenderlo, nos dan a conocer otra cara de la realidad.

La sencillez, el blanco, la economía de recursos y materiales o la pureza de líneas coparon parte de la escena del diseño en la década de los noventa; lo que se vino a llamar New Simplicity. Eran años en que se daban a conocer diseñadores como Jasper Morrison que siguió trabajando en la vía de la depuración y la esencia de los objetos. Por su estudio pasaron, entre otros, Konstantin Grcic que hoy en día emprende el camino hacia la complejidad formal y técnica de un diseño personal y propio.

Atrás, la sencillez

En 1990, Konstantin Grcic acaba de salir del Royal College of Art de Londres y un año más tarde ya montaba su propio estudio en su Munich natal con el nombre de KG Industrial Design. En los veinte años que median hasta hoy, se han sucedido firmas como Authentics, Flos, Magis o Muji, entre otras. En este tiempo, Grcic ha cosechado incluso el reconocimiento de maestros como Achille Castiglioni. El diseñador italiano fallecido en 2002, veía en él a su heredero espiritual y admiraba tanto su meticulosa investigación de la historia del diseño y la arquitectura, como su pasión por la tecnología y los materiales. No han faltado tampoco galardones prestigiosos como el Compasso d’Oro otorgado por la Asociación de Diseñadores Italianos en 2001; Le Nombre D’or concedido por sus homólogos franceses en 2004; el premio ADI FAD en diciembre de 2009 o en 2010, el Wallpaper al mejor diseñador de muebles. ¿Y qué hará un creador con tanto reconocimiento? Pues según su página web, retirarse durante los meses de junio y julio de 2010 a Roma, a Villa Massimo, con una beca de la Academia Alemana para poder seguir investigando sin la presión del mercado.

En verdad, Grcic es de los pocos diseñadores que no se identifican con un solo estilo, el mismo reconoce que tuvo que adherirse a la New Simplicity por una falta evidente de recursos en esos años. “Mis primeros proyectos eran sencillos, no sólo porque sentía un sincero entusiasmo por la sencillez y su belleza, sino también por razones prácticas: (…) estaba trabajando para empresas jóvenes, y disponía de pocas herramientas”. Una manera elegante, ésta, de eludir etiquetas para alguien que define la funcionalidad en términos humanos. Y como ejemplo tenemos la lámpara Mayday producida para Flos, que se convirtió en un icono y que fue seleccionada para la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Una luminaria que se cuelga en cualquier sitio y tiene además la habilidad de revelar aspectos nuevos en un objeto cotidiano y hasta común.

La complejidad como vía de conocimiento

En esta última década, y con el fin de mejorar los productos, los esfuerzos de Grcic han ido dirigidos hacia los procesos industriales, gracias a la relación directa con los fabricantes. El mismo Grcic reconoce cómo su trabajo depende de los encargos que le mandan y de los vínculos que establece con los directivos o responsables. “Es uno de los aspectos más estimulantes de mi trabajo. Cuando funciona es un diálogo fértil en el que se persigue un objetivo común, una pasión. Esto no significa estar siempre de acuerdo. […] Los conflictos y los desacuerdos fuerzan a ambas partes a ser más precisas y claras, en una intensa discusión, para convencerse mutuamente”. De hecho, esto le ha permitido conocer cada vez mejor los métodos de producción y arriesgarse hacia una complejidad fructífera.

Estructura versus escultura

Al margen de las ínfulas escultóricas de otros diseñadores contemporáneos, Grcic se ve como un creador de objetos. No olvidemos que antes de estudiar diseño, aprendió el oficio de cabinetmaker, constructor de muebles. En este sentido, su silla ONE para Magis muestra una verdadera estrategia en la elaboración del asiento. Una imagen que incluso le ha valido un nuevo calificativo a su diseño, esta vez el de expresionista. “Pienso que mis proyectos tienen en común que todos son construidos, no esculpidos. (…) No hay un bloque preexistente del que extraigo algo, sino que hay muchas piezas; cojo una, luego otra y creo una estructura. Ésa es la verdadera línea que une mis trabajos”.
No sabemos si Konstantin Grcic sacará de su retiro romano nuevas ideas que orientarán su labor en la que se avecina como la tercera década de su andadura. Pero no hay que fiarse de su apariencia discreta: su cabeza bulle con cada nuevo encargo en un intento por dar alternativas a la realidad del usuario.

www.konstantin-grcic.com

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