Laview: concepción
En la primavera de 2019 se sucedían los primeros viajes del tren apodado Laview, que la arquitecta japonesa Kazuyo Sejima ideó con una ineludible verdad en mente: “el tren puede moverse a diferentes lugares”. Esta no-permanencia en el paisaje la llevó a idear un objeto “capaz de fundirse con el entorno delicadamente”.
El gran ojo de vidrio esférico —con una curvatura de radio de 1500 mm— pone cara al convoy. En el lateral de cada vagón, el delicado acabado en aluminio se ve interrumpido por 6 inmensos paños de vidrio de 1580×1350 mm, que diluyen los límites con el exterior y ofrecen impresionantes vistas panorámicas a sus usuarios. Cada asiento abraza a los viajeros con su forma redondeada y su tapizado en cálidos tonos amarillos, creando una suerte de íntimas y pequeñas atmósferas sobre el fondo blanco de paredes y cortinas. Completa este ambiente la suave luz que cae desde el cielo abovedado del vagón, que se ajusta gradualmente conforme la oscuridad invade poco a poco el mundo al otro lado del vidrio.
Sejima: creadora total
La historia de Kazuyo Sejima es inseparable de la de SANAA, estudio que fundó en 1995 con Ryue Nishizawa y con el que alcanzaron juntos el premio Pritzker en 2010. Ambos conjugan sus prácticas individuales con el trabajo conjunto, en una línea que se desdobla y se trenza más allá de las últimas dos décadas desdibujando frecuentemente los límites de sus autorías.
Este tren se suma a un amplio abanico de creaciones: desde piezas de vajilla —como el famoso juego de té para Alessi— hasta construcciones de gran escala —como el gigantesco Rolex Learning Center—, pasando por piezas artísticas, mobiliario, pabellones, casas, oficinas, museos…
La figura de Kazuyo Sejima parece alcanzar cada vez más las cotas del reconocido diseñador de origen francés Raymond Loewy. Para el autoconsiderado precursor del “diseño industrial como una profesión legítima”, fue precisamente un ferrocarril —la locomotora eléctrica[AJL1] [AJL2] GG-1— un punto de inflexión de su carrera, lo que le dio acceso al desarrollo de automóviles. Una trayectoria con la que revolucionó la industria americana, dejando su firma en la concepción de cajetillas de tabaco, frigoríficos e incluso el interior del Skylab para la NASA.
Escala como continuidad
Al igual que Loewy, Sejima parece desenvolverse en los cambios de escala con pasmosa facilidad. Sin embargo, para ella no es tanto una cuestión de tamaño como de continuidad. De ahí la importancia en su obra de la transparencia que, remarca, “no es visual sino experiencial”. En este sentido, su obra muestra una gran riqueza de matices, apareciendo los juegos de reflejos, atmósferas suspendidas, visiones suavizadas, distorsionadas, veladas, vaporosas… que Beatriz Colomina describe como “una experiencia más táctil de la visión”.
Del Louvre-Lens al Laview
En el concurso ganado por SANAA para el nuevo museo del Louvre en Lens, esa dicotomía transparencia-reflejo quedó desdoblada en dos cerramientos exteriores muy diferenciados: la cristalina caja de vidrio del vestíbulo central y el velado “aluminio anodizado pulido altamente reflectante” de las salas de exposición, que “devolvería imágenes borrosas del entorno”.
Finalizado en 2012, hoy se puede comprobar cómo este último acabado se ha matizado más incluso, generando una imagen que efectivamente dialoga con el ambiente circundante por mimetismo, pero sin llevarlo a su desaparición visual.
Y es ese el mismo camino que ha recorrido el tren que nos ocupa. En el Laview, el paisaje cambiante se adhiere a los vagones sin que estos pierdan su presencia en su trayecto veloz desde Tokio hasta las montañas de Chichibú. La materialización de esta idea —junto a toda una serie de detalles que abarcan desde la accesibilidad o el diseño de los baños hasta cuestiones técnicas como los sistemas de suspensión y de gestión de información— le ha valido recientemente el premio Blue Ribbon 2020, otorgado por el Japan Railfan Club.
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