Delicadeza y rechazo. Los artistas franceses Christophe Berdaguer y Marie Péjus diseñan este jardín de la adicción como metáfora de las sustancias adictivas y su frágil realidad. El tabaco, el vino, la cocaína o el opio son algunos de los elementos prohibidos que están encapsulados en la obra.
Los tallos se enredan en un caos de raíces y espinas de vidrio que crecen del suelo hasta casi pincharnos. Realizada mediante una complejísima ejecución de técnicas de soplado y fundición, la escultura genera sentimientos encontrados, pero, sobre todo, miedo a caer y quedar enganchado en el cristal de esta droga.