Formada en la École des Beaux-Arts parisina, India Mahdavi se ha posicionado como una diseñadora sin temor a lo cromático. Un ejercicio que traduce en instalaciones, piezas de mobiliario y, sobre todo, en sus interiores que rozan lo cinematográfico.
India Mahdavi: de la sala de cine al estudio de interiorismo
A veces ver una película no es tanto entretenerse como aprender algo nuevo: un exemplum moderno y visual que puede clavarse dentro y no olvidarse nunca. En las salas de cine de Nueva York a mediados de los 80, una chica de origen iraní veía todo lo que en ellas se iba reproduciendo. Obras de Fellini, Kubrick o Tati iban moldeando su imaginario, y la necesidad de trasladar aquellos estilos decorativos a la dimensión real se hizo cada vez más acuciante. Pero cómo, se preguntaba una joven llamada India Mahdavi.
Igual que los futuristas apostaron todo al ejercicio de la máquina, aquella arquitecta cinéfila —formada en la École des Beaux-Arts parisina— sintió un deseo ardiente y casi único de aterrizar en el Pantone. Tras siete años trabajando con el minimalista por excelencia, Christian Liaigre, se cansó de la pureza lineal del blanco y negro y en 1999 fundó su propio estudio en París. Había encontrado la manera de traducir la estética cinematográfica al diseño de interiores y de producto. El truco consistía en no tener miedo a las mezclas ni a “poner los colores en peligro” cuando concibiese estancias, idease mobiliario, perfilase una instalación. Nacía así la reina del Technicolour.
La paleta cromática de India Mahdavi
Han transcurrido más de dos décadas y sus interiores siguen copando los feeds de Instagram de los estetas digitales. Así lo proclama su proyecto del salón de té londinense Sketch Gallery, que podría funcionar perfectamente como atrezo para cualquier film de Wes Anderson. O sus Project Rooms que, más que una sala de exposición para sus petits objets en plena Rue de Bellechasse, parece una pantalla vidriada desde la que ver cómo la paleta de Mahdavi va oscilando, pero nunca se frena. Tampoco el uso de materiales: pasar su infancia viajando por los distintos paisajes de Irán, Cambridge, Massachusetts, Alemania o el sur de Francia propiciaron ese mix que va desde el artesanal ratán a la cerámica o el famoso Formica.
Puede que su espíritu colorista solo se haya puesto a prueba en su colección Achromia (2022) para la Carwan Gallery, donde resaltaban los contornos clasicistas de los muebles en un mármol nacarado, sin ningún atisbo de pigmento. Una excepción que no confirma ninguna regla: por lo general, la forma siempre sigue al color en su diseño y no al contrario; su manifiesto Living in Color: Color in Contemporary Interior Design (Phaidon, 2021) lo reafirma. Tan solo hay que abrir los ojos y acomodarlos —como en el cine— a la luz y policromía de su obra. Que siempre deslumbra, pero nunca ciega.
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