El mundo cambia exponencialmente conforme pasa el tiempo. En cincuenta años ha mutado tanto que a veces nos cuesta creer dónde estábamos y dónde estamos. Y, aun así, el templo de María Restituta de Atelier Štěpán, planeada en 1968, respira una modernidad casi de iglesia futurista.
Construida muy cerca de donde nació, está repleta de guiños y conceptos a pesar de sus sencillas formas geométricas. Si hubiera que resumir este templo en una frase, bastaría con decir que se trata de un cuadrado, un triángulo y un círculo culminado con una cristalera de color. Pero, en realidad, hay mucho más allá de lo que se percibe a simple vista.
El círculo, elemento sinónimo de la perfección, de lo completo, representa lo celestial y entra en diálogo con la planta cuadrada de lo terrenal, de lo humano. Los volúmenes, asertivos y de gran escala, compiten con los altos edificios de viviendas de los que se rodea, denotando presencia y marcando la diferencia.
El cromatismo se convierte en un gran protagonista, en contraste con la limpieza y humildad del hormigón. La cristalera que llena de color el techo de esta iglesia futurista recuerda, en cierta forma, a la conceptualización que en su momento ya realizaron Tuñón y Mansilla con la Catedral de León en el MUSAC: una galería con cristales de color que proporciona instantáneas únicas de la ciudad de Brno-Sever, en República Checa.
El otro contrapunto de la construcción es la torre de base triangular que se eleva 31 metros sobre el suelo, y en la que apenas cabe una casi infinita escalera de caracol. Se trata de la segunda conexión de la tierra con el cielo, pero añadiendo un eje horizontal en su término que lo conecta también con el pueblo. Como si del periscopio de un submarino se tratase, la torre se culmina con un mirador con dos frentes, uno rojo y otro amarillo, que llegaron a ser confundidos con las tonalidades de un incendio, según cuenta el arquitecto. Una cruz en esquina culmina el triángulo, recordando que esto no se trata de un lienzo de Kandinsky, sino de una construcción eclesiástica.
Otro de los detalles que más llama la atención no se encuentra a la vista. Aplicando las tecnologías propias de la actualidad —y siendo uno de los requerimientos propuestos por la parroquia—, la construcción es un ejemplo de ecología y aprovechamiento. La calefacción se realiza por geotermia y el agua de la lluvia es recogida y almacenada para regar el conjunto de olivos del patio, conectando, de nuevo, el cielo con la tierra. Los balcones futuristas hacen las veces de amplificadores y la ventilación renueva el aire desde el suelo hasta el techo.
En una época de máximo cambio del mundo tal y como lo conocíamos, Atelier Štěpán culmina un proyecto que es en sí mismo un diálogo entre pasado y futuro, entre el clásico simbolismo y la sencilla geometría, entre lo sacro y lo mundano, entre tradición y modernidad.
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