Con el nuevo Big Bang MECA-10 de 42 mm, Hublot ha compactado su pieza originaria fusionando la ingeniería y el arte. Un testimonio innovador donde la mecánica expone su esqueleto con orgullo, y se mueve en una danza de diseño matemático y arquitectura futurista.
Hublot: sabiduría clásica e ingeniería contemporánea
El tiempo es una paradoja, pues a pesar de ser intangible puede sentirse en cada cambio de luz y en cada engranaje que avanza con su cadencia inmutable. En ese intento de aproximarse a su medición, están las casas relojeras cuyo afán es domesticarlo en los límites de sus esferas, pero hay otras más atrevidas, como Hublot, que buscan algo más: desafiarlo. Desde su fundación en 1980 por Carlo Crocco, la firma suiza siempre ha unido la sabiduría clásica con la ingeniería contemporánea, y eso es lo que le ha permitido generar otras acepciones sobre cómo puede ser un reloj de lujo.

Este ejemplo lo vemos en su pieza original Big Bang, con la que introdujo una revolución en diseño y materialidad hasta evolucionar en el Big Bang MECA-10, donde la relojería se revela en su propia desnudez. Presentado por primera vez en 2016, las ideas de Hublot estaban claras: el movimiento debía hacer alarde de su mecánica sin comprometer a la funcionalidad; e inspirándose en los juegos infantiles de construcción Meccano, el calibre manual de 10 días de reserva de marcha terminó volviéndose en un hito para la marca.


Esta nueva apuesta de 42 mm —que vimos en persona en la última edición de LVMH Watch Week 2025, celebrada en el Club Alma de Madrid— mostraba una estructura más compacta, conservando el dinamismo del calibre HUB1205 con su puente calado y sus engranajes a la vista. Una opción más refinada en su arquitectura y proporciones, que se definía por ser la expresión más pura del tiempo convertida en una escultura portátil. Y todo en una caja muy ergonómica.

La desnudez estilizada del Big Ban MECA-10 de 42 mm
Este teatro artificioso en miniatura plantea un dial esqueletizado, que muestra sin pudor su doble barrilete, su estructura en capas y su indicador de reserva de marcha en forma de cremallera. Sus elementos se han confeccionado para ser admirados, como si el tiempo se plasmara ante nuestros ojos a un ritmo perfectamente sincronizado. Asimismo, cabe destacar que uno de los rasgos fundamentales de Hublot es su Art of Fusion: la capacidad de combinar materiales dispares y lograr modelos que desafían las expectativas. Y en este Big Bang MECA-10, dicha filosofía se mantiene intacta.


Disponible en tres versiones —Titanium, Frosted Carbon y King Gold—, cada una expresa una faceta distinta. Por un lado, el titanio aporta ligereza y resistencia, convirtiéndolo en la opción más técnica y versátil. En el caso del carbón esmerilado se acentúa el carácter futurista y sigiloso, resaltando los contrastes de su recorrido. Mientras que la opción King Gold juega con la calidez de los tonos rojizos del oro exclusivo de Hublot, con una estética más sofisticada y lujosa. La caja de 42 mm mantiene las líneas propias de la colección Big Bang, con su bisel de seis tornillos en H y su mezcla de acabados pulidos y satinados. Y la correa, de caucho estructurado, refuerza su estilo deportivo sin perder la delicadeza, facilitando el intercambio con su sistema One Click para una mayor personalización.

Tener como referente la visión de los Mecanno, inventados por Frank Hornby en 1898, ha terminado por erigir una pieza relojera que no se esconde. De hecho, este fue siempre el espíritu de este juego de niños: motivar la construcción sin temer la exposición de sus cimientos. Es fácil olvidar la complejidad que se oculta dentro de un reloj cuando la industria está saturada de esferas minimalistas y convencionales, por eso Hublot sabe bien lo que hace con esta versión más pequeña y sutil del Big Bang MECA-10: convertir el mecanismo en el protagonista e invitarnos a contemplar su latido en su forma más pura.

En este enlace puedes leer un artículo sobre la intervención Light & Time de Hublot junto a Daniel Arsham.