El Hotel Montera Madrid es un lugar único en la capital; un espacio que, desde su ubicación estratégica, reivindica el carisma local por medio del diseño interior de Lázaro Rosa-Violán y del arte del pintor Miguel Caravaca.
El latido de la calle Montera
En el boomde aperturas en torno al turismo del lujo en Madrid, todavía hay sitio para un invitado más. El nuevo alojamiento de la cadena Hilton en la capital se presenta sacando pecho entre el bullicio de la ruidosa Gran Vía y el abarrotado panorama hospitality. El recién inaugurado Hotel Montera Madrid es un espacio que rezuma idiosincrasia local a través del diseño y el arte. Y para ello cuenta con dos nombres de peso: el interiorista Lázaro Rosa-Violán y el pintor Miguel Caravaca. Ambos han brindado su talento para reivindicar lo mejor de la tradición y el cosmopolitismo. Pocas ciudades hospedan como Madrid; su carácter fresco y abierto dan fe de ello, y su apuesta hotelera, también.
Para construir el planteamiento interiorista, el estudio de Rosa-Violán ha fusionado estratégicamente la sofisticación con un toque underground, creando un entorno de exclusividad sin rechazar el contexto popular de la calle Montera en la que el hotel se ubica. El resultado es una atmósfera marcada por el eclecticismo de la propia urbe, donde no predomina un rasgo único, sino la heterogeneidad per se. Un ambiente contemporáneo, vibrante y urbano que comulga con los materiales nobles del mobiliario o con la arquitectura neoclásica del inmueble original, que cumple 100 años.
A pesar de los contrastes, aquí late lo genuino del casticismo. La elegancia característica de los trabajos de Rosa-Violán convive en esta ocasión con la cultura estética del acervo español. Las referencias se encuentran por todas partes: desde la selección de obras de arte, pasando por la de los elementos de artesanía, hasta llegar al concepto de las habitaciones, corazón y centro del edificio. En ellas el diseño responde a una versión depurada del estilo castellano: una sobriedad modernizada.
Un lienzo de 43 metros de altura
Pero el Hotel Montera Madrid presume, además, de un visitante decidido a romper con la convencionalidad del establishmentde los hoteles de lujo. El pintor Miguel Caravaca coge el testigo de la —cada vez más en auge— corriente naive-underground.
Esta tendencia artística que bebe del legendario Basquiat se nutre de una gestualidad excesiva y de una ingenuidad a conciencia. Emparentada con la técnica del grafiti, huye de la academizacióncediendo el protagonismo a la estridencia del trazo y el color. En esta línea y para el Hotel Montera Madrid, Miguel Caravaca ha dedicado una serie muy especial con escenas de inspiración folclórica. Un imaginario pictórico en un formato vertical de 43 metros de altura y 68 lienzos. Historias, dichos o sucesos relacionados con Madrid y la tauromaquia: desde la Virgen de la Almudena —patrona de la ciudad—, al toro de lidia —“no hay quinto malo”—, o a los fusilamientos del 2 de mayo —con guiño a Goya incluido—.
El conjunto cubre la vista de los cristales panorámicos del ascensor principal en un impactante viaje sensorial de casi 50 metros hasta la azotea donde se encuentra el restaurante El Cielo de Chicote. Si Sergio Leone tituló a su última película Érase una vez en América, Caravaca bautiza su particular iconografía castiza como Érase una vez en Madrid. Y eso es precisamente lo que vemos en el juego de diseño y arte que transmite este hotel: una experiencia apasionante donde conviven costumbre histórica y espíritu abierto. Bienvenidos a Madrid.
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