El estudio de diseño japonés Curiosity nos sorprende con una nueva propuesta de interiorismo retail. La firma de ropa Hipanda ha puesto en las manos de Gwenael Nicolas y su equipo creativo la flagship store en Omotesando (Tokio), y el resultado es absolutamente inspirador.
Arquitectura y tecnología dibujan con un mismo lápiz los trazos de un proyecto tan minimal como futurista. La fachada nos recibe con una gigantesca cara de oso panda algo enfadado —el logo de la marca— que interactúa con los transeúntes mediante efectos visuales, un anticipo del inquietante interior. En él, dos elementos —el color y la iluminación— nos guían por toda la tienda.
A modo de nave espacial, la ropa se organiza en pequeños cubículos, colgada como si se tratara de especies únicas de algún tipo de raza desconocida. Blanco, negro y orden extremo son los ingredientes necesarios que dan paso a la realidad virtual: el factor sorpresa que hace de la visita a Hipanda una vivencia totalmente interactiva, muy lejos de una tarde de shopping cualquiera. Aquí, tanto la propuesta lumínica como el pasillo repleto de espejos difuminan la delgada línea entre lo estrictamente digital y la realidad aumentada. Un universo paralelo dentro del local que lleva la experiencia de compra a un territorio radicalmente hipermedia.
El efecto dramático perseguido —y conseguido— por Curiosity se ha convertido en el escenario perfecto para la fusión de arquitectura, moda y digital art. Un ejercicio de estilo con el que representar los valores de esta firma nipona de streetwear y en el que conviven planteamientos tecnológicos avanzados con una visión analógica de la vida. Algo muy en sintonía con la transversalidad emocional que defienden desde el estudio. “El mundo digital ofrece posibilidades ilimitadas de información, pero el mundo real abarca los sentidos del ser humano. Nuestro desafío era llevar la moda de la calle a nuevos territorios, rompiendo los límites de la cultura, la edad y el género en un espacio único y experiencial”.