Muebles intrigantes en los que funden función y poesía. Esta es la gran apuesta de la francesa Béatrice Saint-Laurent. En su galería de diseño (Galerie BSL) se enhiben piezas únicas, testimonio de una continua experimentación y de una narrativa de vanguardia elaborada con gran impacto visual.
Imaginemos un mundo paralelo donde todo deslumbra. Un espacio poblado de superficies sinuosas y blandas, de formas desafiantes pero calmas, de materias versátiles e indómitas. Un universo de serenidad y de asombro constante. En ese reino de lo extraño y lo voluptuoso, Béatrice Saint-Laurent aparece como una figura lúcida, inteligente y casi visionaria que cierra el círculo.
¿Es posible ese universo? Pues sí. Su galería de diseño, BSL, es una ventana expandida a lo más emocionante del art design. En solo ocho años se ha transformado en un lugar de referencia dentro del panorama del diseño artístico contemporáneo: un reducto muy pequeño que cuenta con apenas unas quince galerías en el mundo vinculadas a las principales ferias internaciolanes de diseño, como The Salon Art+Design de Nueva York o el PAD de Londres y París. Espacios que, además de exponer, son productores y, por tanto, inversores. Inversores económicos e inversores en talento porque “cada vez más coleccionistas de arte adquieren art design”.
ROOM DISEÑO.- ¿Qué atrae al coleccionista? ¿El imaginativo discurso de un objeto? ¿Las posibilidades de los materiales? ¿La subversión poética del sistema?
Béatrice Saint-Laurent.- Nuestros clientes quieren algo más que un objeto: quieren una experiencia. Estoy firmemente convencida de que la obra debe hablar de sí misma y por sí misma. Una buena pieza de art design te habla, se impone, se comunica contigo. Por supuesto, la investigación sobre la forma es importante, pero también los materiales, cómo se renuevan y combinan. El art design implica un diálogo entre el objeto y el espectador. La narración de las obras es parte de su magia, así como de su profunda comprensión.
R.D.-¿Es el diseño artístico vano y egocéntrico? ¿Cuáles serían los adjetivos que lo definen?
BSL.-No pienso en art design en términos de adjetivos, sino de sustantivos: emociones, refinamiento, poesía, magia, desafío. Las emociones son un tesoro personal y son parte de lo que hace que un objeto de diseño artístico sea valioso. En ese sentido, yo aconsejaría a un coleccionista que confíe en su ojo y su corazón. Existe un equilibrio entre un enfoque personal, emocional e intuitivo, y una buena comprensión del mercado.
Saber pensar, saber hacer. El ojo acertado de Béatrice Saint-Laurent ha apostado por un catálogo seleccionado con mimo y dedicación y con gran visión de futuro. Convencida de que el diseño artístico revaloriza la artesanía, concilia la creatividad artística y la destreza técnica, insiste en alabar “la calidad desafiante en estas obras, ya sea el resultado de experimentos sobre materiales y formas en el taller del artista o en manos de refinados artesanos que resuelven cuestiones técnicas”. Para ella, un ejemplo es Cogitech, que recibió en 2014 la prestigiosa Entreprise du Patrimoine Vivant (EPV), etiqueta con la que se distingue a las empresas francesas que muestran excelencia en la artesanía manual e industrial. También habían producido anteriormente la colección Naturoscopie, firmada por el reconocido diseñador e interiorista francés Noé Duchaufour-Lawrance.
Saint-Laurent nos explica con pasión las obras de sus artistas: Carol Egan, Gildas Berthelot o nuestro inefable enfant terrible Nacho Carbonell. Desde 2011, Carbonell ha creado dos colecciones exclusivas para Galerie BSL, Luciferase y Time Is A Treasure. “No puedes permanecer indiferente a la obra de Nacho. Su creación rompe con todas las convenciones”, nos explica. “Mucho más que una lámpara, un reloj o una mesa, sus creaciones son criaturas entrañables con una presencia comunicativa, a la vez primitiva y futurista”.
Algunos de los diseñadores de Galerie BSL son también importantes arquitectos e interioristas. Las piezas que desarrollan tienen esta ambición de inculcar lo inesperado en lo funcional y, al mismo tiempo, de ser coherentes con su estilo específico. Beátrice remarca el caso de Studio MVW, un equipo fundado hace veinte años en Shanghái por el diseñador chino Xu Ming y la arquitecta francesa Virginie Moriette, que ha desarrollado tres colecciones para ella y que innova en términos de materiales y formas conectando sutilmente la estética contemporánea occidental y oriental. Entre ellos, BlooMing: armarios, consolas e iluminación lacados en azul profundo, que reinterpretan el icónico jarrón Ming y ofrecen nuevas funcionalidades a esta ancestral forma tradicional. Para BSL, el diálogo entre la tradición de las artes decorativas, la vanguardia del diseño artístico y los objetos puramente funcionales es fundamental.
R.D.-¿Por qué optar por el art design? ¿Qué aporta tu galería y cuál es su sello?
BSL.-El diseño solo puede dar respuestas en términos de funcionalidad, pero el diseño que me interesa es el que despierta emociones, el que canaliza una experiencia y un apego emocional. El programa de la galería se desarrolla de acuerdo con esta guía y se centra en objetos que provocan asombro. Maravilla es la palabra clave para mí. ¡Quiero ser sorprendida y encantada! Los creadores que me interesan son aquellos que cuestionan lo obvio y tienen un universo creativo propio e intrigante. Mira la colección Sea Anemones de la artista alemana Pia Maria Raeder y la colección Soma de la israelí Ayala Serfaty. Son objetos misterioros, fascinantes. ¡Me atrapan!
R.D.-¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrenta usted como marchante?
BSL.-Una galería de diseño contemporáneo y una galería de muebles vintage son dos tipos de galerías completamente diferentes en cuanto a propuestas y modelos económicos. Me gusta usar una comparación que es algo humorística, pero que al mismo tiempo lo dice todo: por un lado, tienes Indiana Jones, por otro lado tienes 2001: A Space Odyssey. Trabajar en una galería vintage significa poder encontrar piezas raras cuyo valor ya está validado por el mercado. Tu problema es hallar estas piezas y comprarlas. Trabajar en una galería de diseño contemporáneo significa ser capaz de producir diseños que son vanguardistas y desafiantes. Su desafío es encontrar buenos diseñadores, financiar las piezas y encontrar coleccionistas atrevidos que quieran invertir en lo que el mercado no conoce realmente por definición.
R.D.- ¿Quién legitima el art design?
BSL.-El art design hace preguntas e implica un diálogo entre el objeto y el espectador. Lo que es legítimo es trabajar de la manera en que uno piensa que debe hacerlo. Esto es lo que hace la galería, y esto es lo que esperamos de nuestros artistas y diseñadores. Un coleccionista de art design debe necesariamente asumir riesgos, ya que está comprando piezas que están a la vanguardia del mercado. No debe seguir las tendencias, sino confiar en su ojo y alimentarlo constantemente a través de la investigación, visitando museos, galerías y ferias de arte y diseño. Es parte de mi misión satisfacer sus necesidades proponiendo muebles refinados y escultóricos.
R.D.-¿Qué papel juega la crítica o la prensa en el mercado?
BSL.- Uno muy importante. Participan en la democratización de este tipo de diseño y ayudan a un público más amplio a comprender lo que representa. Su enfoque intelectual favorece entender el valor vanguardista de las obras que presentamos, la visión que hay detrás y el lugar que ocupa la creación actual en relación con la historia del diseño y los maestros que lo iniciaron.
BSL asume que el art design requiere un gran presupuesto. La mayoría de sus piezas oscilan entre los 20.000 y los 50.000 euros y algunas cuestan cuatro o cinco veces más. Otras, las de precios “más accesibles”, están valoradas entre los 1.800 euros y los 4.800 euros. “A diferencia de un dibujo o una pintura, por ejemplo, en una pieza de art design el proceso de producción, los propios materiales y la investigación necesaria para renovar estos materiales siguen siendo costosos y requieren mucho tiempo”, remarca Saint-Laurent. Por eso, el afianzamiento de una galería pasa por el diálogo entre el talento del diseñador y de la dirección artística de esta. “La galería no es una tienda -enfatiza-. No compramos para vender, al contrario, encargamos piezas y participamos en la creación y la producción. El ADN de las obras que producimos y exhibimos es, por lo tanto, común a la galería y a sus artistas y diseñadores”.
R.D.- Piense en 10 años a partir de ahora.
BSL. Una obra de art design siempre permanecerá en la encrucijada entre el diseño y el arte: es una escultura funcional. Esta escultura pertenece al mundo del arte porque aporta cualidades estéticas y, lo que es más importante, porque es cuestionable. Puede haber algún misterio sobre cómo se hace el objeto, sobre de qué está hecho. El objeto también puede cuestionar las nociones de belleza -o fealdad-, sociedad, economía, política, tal como lo hace una obra de arte. Sin embargo, siempre hay una función en el objeto art design que permite al espectador identificarlo en términos de tipología. Es y siempre será una consola, un taburete, un estante, una silla, una mesa, una pieza de iluminación. Algunas de las obras más interesantes llegan a cuestionar la función en sí misma y nos ofrecen la oportunidad de verla de una manera totalmente nueva. Cambiar nuestro punto de vista sobre el mundo: esto es lo que hace el buen arte y esto es lo que hacen y seguirán haciendo las buenas obras de diseño y arte en el futuro.