Drift Mirror (2016) fue el primer trabajo con el que abordé el problema del cambio climático. Un tema que desde entonces ha seguido siendo fundamental en mi carrera. La idea me vino de un viaje revelación a la Patagonia. Allí pude ver de primera mano lo que el calentamiento global está causando a esos magníficos glaciares. Me sentí cautivado por esa yuxtaposición de tragedia y majestuosidad. La majestuosidad de los glaciares que, incluso en su destrucción —producida por el hombre—, muestran una fuerza poderosa. Y eso es Drift Mirror: una visión topográfica de los bloques de hielo rompiendo contra el agua.
Puede parecer cursi, pero mi mayor inspiración viene de la tierra. En mis viajes he visto algunas de las esculturas más bellas hechas por la naturaleza, y eso es lo que intento recrear en mi obra. Drift Mirror nació del deseo de transmitir mi experiencia en la Patagonia y acabó dando lugar a una colección entera de objetos escultóricos: The Drift Collection. Con ellos quería hablar de problemas urgentes, pero, a la vez, crear belleza y artesanía de alta gama.
Todo esto tiene que ver con la materia prima de mi trabajo. Me gusta utilizar materiales naturales para hacer de mis piezas un mensaje de gratitud al planeta. Arena, sal, sílice, azúcar, café… En este espejo usé arena teñida a mano, que yo mismo esculpí hasta lograr las formaciones que sobresalen. El cristal recuerda la tranquilidad del océano, mientras que la arena que lo biseca representa a los glaciares.
Han pasado ya cuatro años desde que lo creé. Gracias a su ejecución y su mensaje, es el proyecto por el que mi estudio es más conocido. De hecho, tanto él como The Drift Collection ocupan hoy un lugar único dentro de la comunidad del diseño por ser una invitación a pensar sobre el futuro. Por eso creo que, dentro de mucho tiempo, Drift Mirror hará referencia a una época: el tiempo en el que nos unimos para superar el calentamiento global o en el que no hicimos absolutamente nada. Sea como sea, este espejo contará una historia. Fernando Mastrangelo