Fotos: Thomas Bjørnflaten
Los niños comienzan a descubrir el mundo desde los sentidos, y el entorno ha de ser un elemento capaz de estimularlos. Consciente de esto, Reiulf Ramstad ha diseñado una guardería en Oslo que se convierte en un refugio mágico donde la imaginación vuela.
El punto de partida del proyecto es que éste debía ser contemporáneo y radicalmente distinto de su entorno, un antiguo barrio residencial de más de cincuenta años. Un requisito que se ha conseguido gracias al rotundo volumen del edificio, al movimiento de sus formas y al predominio de la madera.
La fachada es un caparazón en el que se han practicado aberturas de distintos tamaños que inundan de luz las aulas. Y a medida que la madera del exterior envejece, va adquiriendo el tono de la corteza que una vez tuvo, mientras que el interior mantiene un cálido color claro.
La construcción se ha distribuido de modo que las salas de los niños de 1 a 3 años son independientes de las de los mayores, aunque todas se conectan por la cocina y una zona común, que se conforman como lugares de encuentro. El área de administración se ha situado en la parte superior, separada del resto; y el jardín se ha dibujado con taludes y suaves pendientes que fomentan el juego.
Atrás quedaron los tiempos en los que una guardería era simplemente un local bien acondicionado. Ahora se da mucha importancia a los espacios para niños. Y este proyecto es un claro ejemplo de cómo la arquitectura puede ayudar a la enseñanza los más pequeños. La arquitectura como fuente de estímulo y aprendizaje, y no como un simple lugar en el que asistir a clase.