Su compromiso y su discurso cruzan fronteras. Activistas del diseño, El último grito realiza propuestas experimentales y reflexivas que no están reñidas con lo comercial, aunque transmiten un mensaje de resistencia cultural. Nuevas ideas y nuevas estrategias para un mundo en cambio constante.
No nos confundamos, El último grito (EUG) no es el blog de moda más visitado ni la revista de música más trendy. EUG es un estudio creativo fundado en Londres en 1997 y cuyas cabezas pensantes son Rosario Hurtado (Madrid, 1966) y Roberto Feo (Londres, 1964). Con un trabajo constante, riguroso y arriesgado que navega por distintas disciplinas, no son diseñadores al uso y se enorgullecen de no serlo. Su propio nombre como equipo es un guiño irónico, ya que se plantan en el lado opuesto del consumo por el consumo, de la novedad por la novedad y del diseño como parte de un orden establecido.
En ese tinglado de intelectualidad, emoción y realización de obra, las ideas son el motor y guía de toda su propuesta. Alterar y redefinir las reglas de juego y cuestionar la ortodoxia van, por supuesto, en la misma mochila. “El diseñador es un materializador de ideas y el diseño es, al fin y al cabo, el aval que nos permite medir el mundo, mirar al universo y entender cómo funcionan nuestros cuerpos… El diseño es, por tanto, el origen de todo nuestro conocimiento, pero al mismo tiempo la fosa de toda nuestra ignorancia”, nos dicen casi a modo de sentencia y con ella a cuestas hacen camino al andar.
Desde el año 90 Feo y Hurtado han vivido y trabajado en Londres, aunque pasaron una temporada profesional en Berlín. Junto con Jaime Hayón y Patricia Urquiola, forman parte de un grupo de diseñadores españoles que hace dos décadas decidió salir fuera del país para desarrollar su profesión. “De alguna manera sabían que aquí en España no había mucha perspectiva y que el panorama no estaba creciendo como ellos esperaban. Son de los primeros en irse, aunque su mirada va más allá de las nacionalidades”, nos cuenta Juli Capella, que los ha seguido de cerca desde sus comienzos. “También han sido pioneros en hacer diseño usando Internet como herramienta de trabajo ya en los 90”, añade.
Creación, crisis, mercado
Este dúo dinámico, nunca mejor dicho, sabe que parte del trabajo del diseñador está hoy día en generar su propio empleo, en investigar áreas de interés y ver qué se puede hacer en ellas. La colaboración es para ellos un diálogo con los creadores, con las instituciones y las empresas para realizar proyectos pero, sobre todo, para compartir “la ambición y la energía necesarias para hacer realidad estos proyectos”.
Si el mercado se impone, marca pautas, exige o se retrae, no es una preocupación para este team de investigadores natos. “Hay muchos mercados… no todos ello exhaustos”, señalan. “De hecho, lo que parece estar en crisis es más la propia idea del mercado. Su lógica sigue siendo el crecimiento ilimitado, el usar y tirar, la obsolescencia intencionada… cuando ahora nuestras prioridades han cambiado… y tendrán que seguir cambiando”, insisten.
Feo y Hurtado están convencidos de que este es un momento de oportunidades, de reinventar lo que pueda ser una nueva industria. “No podemos pretender pagar un euro por algo y al mismo tiempo esperar que nos vayan a pagar un precio justo por nuestro trabajo. En una sociedad con una ética diferente de consumo, ¿qué tipos de productos y servicios, sistemas de producción y distribución o educación deberíamos estar diseñando? Esta es la cuestión. La experimentación y la innovación se tendrían que convertir en el motor de la educación. Para nosotros, por tanto, el diseño solo puede ser progresista y crítico con nuestra realidad inmediata. La maquinaria del diseño no se para, sigue en funcionamiento, y nos empieza a construir un mundo que no deseábamos”.
Pedagogía y experimentación
Para poner freno a esa realidad, Feo y Hurtado dan clase en la Goldsmiths University y en el Royal College of Art, ambos en Londres, montan exposiciones, crean performances, construyen instalaciones urbanas y generan movimientos participativos a través de talleres. Y un buen ejemplo de taller lo vemos en Trastienda: un proyecto comercial de investigación planteado a tres años en LABoral Centro de Arte (Gijón). “En Trastienda investigamos no solo el futuro del objeto en relación con el espacio de Internet, sino nuevas formas de transacción, posibles nuevas industrias y modos abiertos de distribuir el conocimiento generado. Tenemos que adoptar la propiedad intelectual tal y como se entiende hoy día: la transparencia de ideas no es un peligro, sino una manera de enriquecer nuestra cultura material.”
Su posicionamiento lo dejan claro: hay que hacer un esfuerzo mucho mayor por imponer productos de diseño experimental que cuestionen aspectos culturales. Pero más allá de planteamientos teóricos, y como dice Capella, que los ha incluido en su libro Bravos. Diseño español de vanguardia, “ellos bajan al ruedo y se arremangan, construyen, prueban y siempre con una actitud muy humanista. Todo lo que hacen lo explican, lo teorizan y sin querer ser calificados de nada. Y menos de diseñadores artistas. Su preocupación es que el diseño crezca y deje de ser simplemente negocio”. De hecho, como ellos mismos cuentan, utilizan las ofertas de trabajo comercial para probar nuevas ideas en el espacio público: “para nosotros el diseño que producimos es un ensayo, entendiendo ensayo como lo describe Montaigne, es decir, como un intento de comprensión”.
El discurso de EUG es militante. Y en ese marco están convencidos de que al diseño le sobra nostalgia. “La nostalgia es decoración, tanto en términos estéticos como conceptuales”, puntualizan de manera rotunda. ¿Podemos concluir que Rosario Hurtado y Roberto Feo son hoy los más combativos del diseño español? Si es así, bienvenido sea. Nosotros por las dudas se lo preguntamos. ¿Cuál es vuestro pensamiento más radical? “El futuro siempre es mejor”, afirman convencidos.
