En un área de edificios impersonales de París, se acaba de inaugurar un moderno centro cultural cuya imagen ha sido creada por el diseñador Mathieu Lehanneur. Electric, así se llama el lugar, es un espacio abierto e imaginativo, donde cualquier elemento está medido para no destacar por encima de los dos protagonistas: al fondo, el paisaje parisino con Torre Eiffel incluida, y en primer plano, varios árboles artificiales.
Estos objetos, a la vez funcionales y mágicos, aglomeran en su seno todo el cableado de la parrilla de luces que se despliega por el techo a modo de ramas y frutos. Según reza la web del local, el club es “un bosque de conexiones creativas que propicia la colaboración entre distintos universos”. En este sentido, el árbol evoca la naturaleza en medio de un área destinada a manifestaciones culturales diurnas y nocturnas, donde no se rehúye el contacto con el público. El propio Lehanneur refuerza esa evocación poética añadiendo que “si a la Alicia del País de las Maravillas le hubiera gustado el rock aquí es donde hubiera pasado los días y las noches”.
Alrededor de los troncos, se congregan los músicos para los conciertos, y junto a ellos el público interactúa con un entorno urbano en continuo movimiento. Pero todo parte de una apuesta por la versatilidad que se traduce a nivel formal en unos suelos de roble teñidos, en una moqueta de tonos claros y en grandes cortinajes fácilmente transformables gracias a las proyecciones ad hoc. La creación, la tecnología y la naturaleza artificial se conjugan, pues, para diseñar un ambiente cool en un lugar límpido y acogedor.