¿Qué ve la inteligencia artificial cuando nos mira? ¿Y cómo la vemos cuando se cuela en nuestras narrativas visuales? Hasta el 21 de septiembre, Le monde selon l’IA en el Jeu de Paume de París se convierte en el primer gran laboratorio artístico europeo dedicado a explorar cómo el arte contemporáneo dialoga, resiste o se pliega ante el imperio del algoritmo.
Una arqueología del presente digital
La IA está redefiniendo los marcos de percepción contemporáneos. No solo genera imágenes y textos, sino que transforma profundamente nuestra forma de mirar, narrar y entender el mundo. Comisariada por Antonio Somaini junto a Ada Ackerman, Alexandre Gefen y Pia Viewing, la muestra Le monde selon l’IA reúne unas 40 obras de artistas internacionales, que han trabajado en la última década con IA en sus diversas modalidades: visión artificial, IA generativa, procesamiento de lenguaje natural, automatización invisible y redes neuronales. El resultado es una exposición crítica y rigurosa que reflexiona sobre las promesas, las derivas y los puntos ciegos de una tecnología que ya estructura nuestras imágenes, nuestras historias y hasta nuestra memoria.

IA analítica y generativa: control, vigilancia y futuros posibles
Uno de los capítulos temáticos aborda lo que se denomina IA analítica: sistemas planteados para detectar, reconocer y clasificar. En esta sección, figuras como Trevor Paglen e Hito Steyerl desmontan el imaginario tecnófilo para revelar los mecanismos de control, sesgo y simplificación que operan tras estas estrategias. En Faces of ImageNet, Paglen coloca al visitante frente a una cámara que lo etiqueta según datos de entrenamiento utilizados por sistemas de reconocimiento facial. El gesto —entre el experimento participativo y la performance conceptual— demuestra cómo la IA aplasta la complejidad humana con su lógica reduccionista.

Por su parte, la instalación de Hito Steyerl transforma fotografías de campamentos kurdos en paisajes generados por IA, cuestionando cómo los algoritmos manipulan la memoria, la geografía y la representación de los conflictos. El contrapunto histórico lo aportan las capsules temporelles: vitrinas diseminadas por el recorrido, que conectan las tecnologías actuales con antecedentes científicos y filosóficos; desde las teorías fisiognómicas del siglo XIX hasta los primeros experimentos en percepción automatizada.

Otro bloque está dedicado a la IA generativa: algoritmos que producen contenido audiovisual “nuevo”. Aquí, la exhibición adquiere un tono más especulativo y poético. Obras como Le Quatrième Mémoire de Grégory Chatonsky imaginan autobiografías posibles desarrolladas por IA, mientras que Sasha Stiles —junto a su alter ego digital Technelegy— compone poemas en un alfabeto ficticio. El lenguaje y la imagen, en este contexto, ya no son dominios separados; proyectos como Ekphrasis, del colectivo Estampa, emplean modelos multimodales para traducir instantáneas en descripciones textuales en tiempo real, revelando tanto los límites como el potencial poético de esa traducción automática. El resultado es un modo radicalmente nuevo de “escribir lo visual”.

Materia, ecología y trabajo en la Inteligencia artificial
Otro gran acierto curatorial es que la muestra no se limita al impacto cultural, sino que también examina sus huellas materiales. En Metamorphism, Julian Charrière funde placas base y residuos electrónicos con componentes geológicos para crear esculturas que evidencian la cara oculta de la “nube”; con ello remarca la extremada cantidad de recursos que consume la IA.

Asimismo, Agnieszka Kurant y el colectivo Meta Office denuncian la explotación laboral invisible de los click workers: esos trabajadores precarios que alimentan los sistemas de IA con tareas repetitivas y mal remuneradas. El diagrama monumental y soberbio en Calculating Empires, de Kate Crawford y Vladan Joler, traza una genealogía de cinco siglos por tecnologías de control y extracción, conectando la IA contemporánea con sus raíces coloniales, militares y económicas.

La exhibición culmina con The Organ: una instalación interactiva de Christian Marclay con Snap Inc. Al tocar un teclado, el visitante activa proyecciones de vídeos seleccionados desde Snapchat mediante algoritmos de identificación sonora. Lo que se produce es una sinfonía visual, aleatoria y efímera, en tiempo real.

Tecnología tangible en el Jeu de Paume
Le monde selon l’IA no ofrece soluciones cerradas, más bien una arqueología crítica de la actualidad digital. Nos confronta con la inteligencia artificial como un elemento tangible que ya moldea cómo vemos, recordamos e imaginamos. Lejos del entusiasmo ingenuo o del rechazo tecnofóbico, la exposición invita a pensar —desde el arte— qué significa vivir bajo algoritmos que no solo nos representan, sino que empiezan a hablarnos en nuestro idioma. ¿Puede el arte interrogar a las máquinas que nos observan? En el Jeu de Paume, la respuesta es un sí tan incómodo como urgente.

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