El galerista David Gill escribe sobre el sillón Skytrap diseñado por Daniel Libeskind

A menudo, los dibujos de los arquitectos forman una masa compleja de líneas entrelazadas que se convertirán en espacios mágicos, pero que cuando los vemos no podemos imaginar cómo acabarán siendo. Cuando Daniel Libeskind y yo decidimos trabajar juntos, hablamos sobre varias piezas y él me presentó algunos bocetos. El del Skytrap era un desafío, una misión imposible: cada ángulo era diferente. Tenía ante mí una estructura que conformaba dos brazos y un asiento inclinado que parecía flotar, porque no podía verse cómo se sujetaba al marco. 

David Gill

Skytrap es totalmente código Libeskind. Lo mires desde donde lo mires ves un ángulo, un cubo, un punto, una forma geométrica. Ves a Daniel Libeskind por todos lados. Es una obra de autor y, a la vez, una obra histórica. Me di cuenta de eso en cuanto la vi fabricada. Su uso de los materiales —acero inoxidable y fibra de carbono— es una combinación brillante, aunque Skytrap es mucho más que la suma de sus partes: no solo es un sillón, es una estructura, incluso un edificio. Resulta totalmente innovador en su ambición y no encuentro en él referencia a ningún otro asiento. Es como el pensamiento Libeskind: libre y fiel a su lenguaje. 

Daniel Libeskind

Cada arquitecto tiene su propia filosofía y su propia su visión. En general, suelen ser pensadores ambiciosos, muy individuales en sus prácticas y en sus vidas. Cuando logro casar la mirada de uno de ellos con la mía, que es lo que siempre trato de hacer, el resultado puede ser extraordinario. Como galerista, estas colaboraciones me aportan una gran satisfacción. La satisfacción de saber que he hecho alguna contribución, que he dejado marca con objetos que son verdaderamente históricos.

En los muchos años que llevo trabajando con artistas, diseñadores y arquitectos —desde Zaha Hadid hasta Mattia Bonetti o David Chipperfield— he descubierto que siempre consiguen una pieza realmente potente: la mesa Liquid Glacial de Zaha Hadid, por ejemplo, o en el caso de Mattia Bonetti, uno de sus iconos: la mesa Abyss. Ambas pasarán a la historia. El Skytrap de Daniel Libeskind es otra obra brillante. A medida que avancemos hacia el futuro, veremos que ha marcado una época con su diseño, la técnica de fabricación y los materiales utilizados. Sin duda, estamos ante el sillón más emocionante y mágico que había visto en mucho tiempo.

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