Desde su estudio en el corazón del Born barcelonés, el diseñador belga Edward Van Vliet concibe interiores que respiran historia, color y memoria. En cada estancia, su mirada combina lo antiguo y lo contemporáneo con naturalidad, transformando los espacios domésticos en pequeños mundos tejidos de textura, intuición y belleza.
La habitación como relato íntimo y estético
Si esta publicación se llama ROOM Diseño es, precisamente, por la importancia del carácter afectivo que establece una habitación con la persona que la habita. Por supuesto, la fuerza de las relaciones que esta genera con el espacio circundante es fundamental. Al poco tiempo de abandonar la cueva, el ser humano estableció un compartimento cerrado al que denominó su nueva guarida.

El buen diseño suele colonizar una estancia y establecer con nosotros una conexión íntima —en una escala que el cuerpo sabe leer y que el cerebro entiende— para forjar un vínculo antropológico casi instantáneo. Si cerramos los ojos e intentamos recordar nuestra habitación de la infancia, seremos capaces de sentir la correspondencia espacial que ese espacio primitivo ejercía en nosotros. A su vez, ese lugar puede ser entendido como una constelación de momentos e historias, no solo del usuario presente, sino también de los pasados. Y dentro de una misma vivienda, podemos encontrar diferentes atmósferas dependiendo de su compartimentación.


Si eres amante del open space, quizás este proyecto no resuene contigo, pero si aprecias la intimidad espacial y crees en algo más allá del minimalismo, en Edward Van Vliet —diseñador belga establecido en Barcelona— se puede encontrar un universo creativo capaz de poner en duda ciertos interiorismos asépticos tan en boga hoy en día.


Edward Van Vliet. Entre el pasado y la textura
Con su estudio situado en el Carrer de la Princesa de Barcelona, Van Vliet demuestra ser un gran conocedor del respeto por la división de los ambientes. De hecho, su oficina se halla en un antiguo piso del ensanche de la ciudad, y en ella se percibe aún el aire aristocrático del inmueble, narrado en un relato por cada una de las salas. Partiendo de la recuperación de las carpinterías originales, molduras y pavimento hidráulico, parece que no hay mucho más sitio para originar una impronta contemporánea.


Es aquí cuando Van Vliet recurre a piezas de arte de reciente creación, que en algunos casos actúan como auténticos murales que cubren la totalidad de algunos paramentos de las estancias. Se observa en los dormitorios, donde se cambia la capacidad sensorial de un típico piso burgués barcelonés mediante nuevas texturas y cromatismos. Optando por unas pinturas con reminiscencias asiáticas y con un mobiliario mínimo sin excesivas estridencias, es capaz de conseguir cierto misticismo en sus espacios. Por eso sus trabajos suelen versar más en ese concepto tan denostado de decorar en vez de hacer un interiorismo elaborado.


El estudio de Edward Van Vliet se publicita como un creating worlds y, según podemos ver en su web, describe sus acciones como “una sinfonía de inspiración, tejida a partir del inagotable tapiz cultural y natural que nos rodea”, cuya esencia práctica reside en “entrelazar colores, texturas, patrones y formas en una alquimia de innovación que da lugar a universos sin igual.” Posiblemente, dicha autopercepción sea real y Van Vliet tenga algo de valiente al no definirse en un estilo al uso. El belga se deja guiar por la intuición histórica en ese tejer lo nuevo y lo viejo mediante color y textura. Como un sastre que, con la intención de recuperar un antiguo vestido, añade nuevas telas para poder seguir bailando.

En este enlace puedes ver a Edward Van Vliet entregando un premio en la fiesta de los 10 años de la revista ROOM









