Disonata es un ensayo subjetivo del polifacético (comisario, coleccionista y artista) Guy Schraenen, quien participó en primera persona de alguna de las manifestaciones que hicieron uso del sonido como elemento de expresión en el terreno de las artes plásticas. Ahora el Museo Reina Sofía rescata aquel proyecto como punto de partida para armar Disonata. Arte en sonido hasta 1980, con el que plantea un recorrido por al arte sonoro que abarca desde finales del siglo XIX hasta los años 80.
Arte sonoro hasta el post punk en el Museo Reina Sofía
Casi doscientas obras de diferentes artistas, épocas y movimientos guían al espectador desde las vanguardias históricas hacia la escena postpunk, en un viaje de orden más o menos cronológico. Los primeros apuntes buscaron difuminar los límites entre el ruido y el sonido, que tiene origen en una posición crítica y rupturista de lo sonoro con lo musical.
El dadaísmo utilizó el recurso en su deriva utópica y anárquica, sirviéndose de la aleatoriedad que puede oírse en el Erratum Musical de Duchamp. Mientras, la fascinación futurista por la novedosa acústica del paisaje industrial dio lugar, entre otras piezas, a la familia de instrumentos musicales creados por Luigi Russolo, los Intonarumori.
Con el fin de la II Guerra mundial se retomaron las exposiciones universales, y en 1958 el Pabellón Philips de Bruselas exhibió Poème électronique, una propuesta de la mano de Le Corbusier en la parte visual y Edgar Varèse en la auditiva. Junto a los testimonios de aquella acción se presentan máquinas a mitad de camino entre el instrumento musical y el objeto escultórico. El magnetófono y la radio se usan como soporte y medio experimental.
En la sala dedicada al movimiento Fluxus, se encuentran creaciones de autores como George Brecht, La Monte Young o John Cage que indagan en la búsqueda de una absoluta libertad interpretativa desligada de la tradición musical. Obras de artistas como Esther Ferrer y Juan Hidalgo en nombre del colectivo español ZAJ, o Elena Asins con composiciones de carácter visual pero basadas en referencias musicales, conectan con planteamientos enmarcados en el arte cinético, el art brut, o el pop art.
Una grabación de Exploding Plastic Inevitable— espectáculos improvisados organizados por Andy Warhol— es la encargada de llevarnos a los últimos momentos de este trayecto; con ella se apunta hacia la normalización y el consumo de la experiencia sonora que llegará hasta nuestros días. Y para acabar, esa pulsión poética en forma de intervención sonora llamada Atomic Alphabet, del artista Chris Burden.
Esta exposición de arte sonoro podrá visitarse hasta el próximo mes de marzo y queda incluida en un ciclo que aglutina diferentes actividades en torno al arte sonoro. El Museo Reina Sofía ha apostado fuertemente en los últimos tiempos por potenciar esta línea de investigación.
Diferentes eventos de música experimental o la actual muestra de Niño de Elche en su representación acústica a partir de Val del Omar, ponen de manifiesto un interés por cuestionar los límites del arte en busca de la hibridación y la transdisciplinariedad.