David Adjaye, uno de los arquitectos más celebrados de su generación, rozando ahora el cuarto de siglo nos presenta una de sus obras más interesantes hasta la fecha: un centro cultural que desglosa una imponente biblioteca y una serie de pabellones polivalentes en Winter Park, Florida.
La construcción cultural de David Adjaye
Varios hechos de su biografía parecen cruciales para entender que, en muchos casos, el éxito de un edificio y la personalidad de un arquitecto van de la mano. David Adjaye, hijo de diplomático, ya había vivido a los 13 años en Egipto, Tanzania y Líbano antes de llegar a Londres, donde fue claramente orientado hacia las bellas artes y la arquitectura, titulándose por el London South Bank University y el Royal College of Art. Desde entonces ha permanecido muy cerca de la escena artística internacional, presentando durante años un conocido y popular programa de la BBC sobre arquitectura.
En 2005, tuvo la oportunidad de estrenarse con Idea Store en Whitechapel, que le valió un reconocimiento apabullante con todos los méritos al ser una pieza asombrosamente sólida que propiciaba la interacción social. Su estudio, poco a poco, floreció en pequeños encargos para galerías de arte, casas y unidades residenciales, junto con alguna que otra colaboración con activistas y artistas visuales, que le llevaron a participar y a ganar el concurso para el Institution National Museum de la Historia y la Cultura Afroamericana en el Paseo Nacional en Washington DC. Sin lugar a dudas, su obra de mayor repercusión.
Esto último es significativo, porque trae a colación cómo el Centro Cultural de Winter Park es heredero del espíritu y de los gestos que reflejan la trayectoria y el modo en el que Adjaye diseña. Su práctica es siempre directa, tentadora, curiosa, prestando atención a cosas que otros no harían. Desde la esquina noroeste del parque Martin Luther King Jr. (Florida), Adjaye desdobla su capacidad de interactuar naturalmente con el medio, restaurando la fe en que la disciplina arquitectónica puede apelar al entusiasmo de generar la condición ecosistémica de la cotidianidad estética del día a día, a partir de la extensa revitalización y rehabilitación de un jardín como epicentro de la cultura local. El sentido de la ciudad y el entorno público como una construcción cultural colectiva.
Winter Park: Materia, forma y color
Los tres pabellones de hormigón en gamas rosadas por los que discurren una biblioteca de 3266 m2, dos salas polivalentes de 1690 m2 y una hilera de soportales de 228 m2 se suceden por las llanuras del parque, pues pareciera, a primera vista, que hay una mano invisible moviendo al espectador de un espacio a otro; de la calle al interior, de las zonas de concentración a las de conversación. Todo ello de una manera tan natural que, en un momento determinado, no se percibe que nada pase por casualidad. ¿Cómo es capaz un edificio rectangular con muros másicos y grandes arcos abovedados ser permeable al paisaje que lo abraza?
Ese el quid del método de diseño. Técnicamente hablando, usaría el término bricoleur para explicarlo. Siendo perceptible en su uso de materiales, el empleo del hormigón prefabricado de tabiques y arcos es la mejor aplicación de la tradición constructiva del sur de la East Coast americana. En sus formas, son remarcables las transiciones rápidas y directas entre interiores y exteriores, facilitando la accesibilidad para atraer la luz natural y la sinergia de los cuerpos a la profundidad del inmueble; pero también destaca una paleta cromática de gamas rosáceas, que presupone un tema ligado al recuerdo de la vida pública en climas cálidos.
Las pérgolas selváticas sombrean las estancias de una biblioteca por la que se esparcen áreas para el estudio, la lectura y el archivo. Además de un auditorio, un laboratorio de computación y pequeños recintos que pueden servir como escenarios de grabación. Por su parte, el centro de eventos, con sus volúmenes aterrazados, oculta dos salas polivalentes en torno a un gran anfiteatro. Enfatizando la sensación de movimiento, hallamos cuatro núcleos de comunicación vertical: helicoides con estructuras tintadas de negro que contrastan con los tonos rojizos de las paredes.
Una aldea entre el jardín y el edificio
Las cubiertas del centro de eventos y los últimos forjados de la biblioteca se funden con las vistas al parque y al lago cercano de Osceola. Ambas moles comparten un aspecto de pirámide truncada, cierto ascetismo material y un exquisito control de las proporciones. La rica geografía de escaleras, salas flexibles, patios y pasadizos, bajo la oscuridad que proyectan las bóvedas, desemboca en una academia íntima, pensada para acompañar espacialmente el crecimiento intelectual del estudiante, desde la reflexión solitaria hasta la plenitud de lo compartido.
El trabajo de David Adjaye aquí va mucho más allá de un detalle bien elaborado en una bonita composición de fachada. La lección que contiene el edificio y el jardín nos traslada a la comprensión formal de qué significa la palabra “contexto” en arquitectura. Y es que contexto, interacción y franqueza pueden ser resumidas en solo un vocablo: conversación o capacidad de diálogo con la gente para transferir carácter a una obra. Una construcción que retrata a un arquitecto menos preocupado por lo estético que por las implicaciones del usuario. Si sus bóvedas y elementos en voladizo recuerdan a la querencia vernácula de la cultura afroamericana, tanto jardín como edificio conforman una urdimbre que propone, contra la alienación urbana, la empatía social de esa particular aldea en la que se ha convertido Winter Park.
En este enlace puedes ver otros proyectos de David Adjaye.
Sus obras más destacadas son el Nobel Peace Center (Oslo, 2002), la whitechapel Idea Store (Londres, 2005), la Moscow School of Management (Moscú, 2006), la Francis A. Gregory Library (Washington, 2008), el Smithsonian’s National Museum of African American History Culture (Washington DC, 2016), o el recién inaugurado Centro de Arte Centroafricano en Harlem (Nueva York, 2020).