El diseño, se dice, no entiende de idiomas ni de clases. El diseño es universal y abierto, inclusivo y democrático. Su norte es el usuario, la excusa para existir, las personas. Sus respuestas son las preguntas, problemas y deseos de quienes usan las cosas.
Esa es la idea. Pero América es diferente. Requiere de intensidad, foco y criterio. El mayor logro de Daniel Germani es su propio bilingüismo, también estético. Argentino afincado en Arizona, Germani hace hablar a Dekton, de Cosentino, el idioma estético americano. Dekton, un producto tecnológico y vanguardista, español e innovador, consolida así su intención de estar, aún más, en el día a día de las personas; mostrándose como algo más que un material: como una herramienta para diseñadores y una delicatessen para los sentidos.
Germani no sólo ha conseguido introducir a Cosentino y su Dekton en el way of life americano. También utiliza empresas locales emergentes, como Junipe, cuyas lámparas parecen estar bronceadas por el sol que reina en el sueño americano. Delicadas, cálidas, lineales y honestas… Lo que el propio Germani defiende en sus productos y espacios.
Nada tendría sentido, además, sin Riva 1920, uno de esos fabricantes italianos que no pretendió hacerse moderno. Pasó el tiempo y se volvió contemporáneo, sin esconder su identidad. De nuevo la honestidad se abre paso de la manera más cruda y natural. ¿Cómo? Dejando hablar a los materiales, preservando su expresión y engarzándolos en estructuras que garantizan el diálogo eterno del equilibrio.