Hace unos meses el colectivo MSCHF, procedente de Brooklyn (Nueva York), copó titulares cuando sus diez integrantes compraron por 30.000 dólares unos de los famosos Spot Paintings de Damien Hirst, compuesto por 88 puntos de colores. Recortaron cada punto en un cuadrado individual, los vendieron por separado y posteriormente subastaron la tela retitulada 88 Holes ―88 Agujeros―, la firma de Hirst y la suya propia: MSCHF, como lo habría hecho “la mano negra”.
Deconstruir a Damien Hirst
Con esta operación ganaron 273 240 dólares tras restar la inversión inicial en el cuadro ―asumamos que el cúter lo tenían ya de antes, para no perdernos en los detalles―. 480 por cada punto de color que vendieron por internet y 261 000 por la puja ganadora de la tela recortada. ¿Qué significa todo esto? Todo en esta historia puede mirarse en términos financieros o artísticos. Un negocio redondo. Una jugada maestra. No teman, no estamos hablando de una pieza única. El cuadro despiezado forma parte de una serie de la que Hirst hizo los 25 primeros. Después de años de especulación sobre la cantidad de obra en circulación, Science Ltd.―la compañía de Damien Hirst― finalmente reveló en 2013 que se produjeron 1365 Spot Paintings entre 1986 y 2011.
Damian Hirst es una de las grandes figuras contemporáneas y de las de mayor éxito comercial junto a Jeff Koons y Jasper Jones. Integrante ―y cabecilla― del grupo Young British Artist, él mismo se ha burlado del mercado del arte y sus dinámicas, podríamos decir que la sátira incluso forma parte de su obra. Imaginamos que al leer la noticia sobre MSCHF, Hirst no podría contener su ira, pero porque no se le había ocurrido a él. De ser así, lo habría hecho sin ningún reparo. Recordemos la subasta de 2008 en Sotheby’s donde Hirst puso a la venta, sin intermediarios, 223 obras nuevas: todas se vendieron por un total de unos 200 millones. Hoy esa subasta es un símbolo de la decadencia prerrecesión. Pero también un hecho sin precedentes, una forma nueva de vender obra saltándose al galerista o marchante como mediador: el propio artista subastándose.
Así entiende el arte MSCHF
Cuando hablamos del mercado del arte, no lo hacemos de una forma figurada. El arte es una mercancía, con un valor cultural indudable, pero mercancía al fin y al cabo. Es un mercado como el de valores o el inmobiliario. Y tiene sus pequeñas peculiaridades: mucha menos regulación que cualquier otro ―no existen leyes antimonopolio―, el comprador de una pieza influye en la cotización posterior de esta y del resto de la obra de un artista ―no es lo mismo que te compre el MOMA a que te compre yo―. Y cuando el mundo de las finanzas se tambalea, ha sido tradicionalmente un buen refugio para los inversores. La falta de regulación, las cifras desorbitadas de obras de artistas que siguen vivos y produciendo, y la concentración de la riqueza en un grupo de personas son el caldo de cultivo perfecto. No sólo es un negocio, sino también signo de buen gusto y reconocimiento social.
Damien Hirst ha sido una buena inversión durante décadas. Volvió a desafiar el funcionamiento del propio mercado cuando sacó de nuevo a subasta directa For the Love of God, esa calavera hecha de diamantes que todos hemos visto, conocida por ser la escultura más cara de la historia. Cuando fue subastada la compró un holding por 100 millones de dólares. Hirst era uno de los accionistas: el propio artista pujando por sí mismo. Cuando el mercado entró en recesión, su fortuna ya estaba valorada en unos 300 millones. Lo que han sacado estos chavales de Brooklyn a su lado es una propinilla. Pero también una irreverencia genial que podría sentar un precedente.
En términos inmobiliarios, es el equivalente a comprar una casa grande y convertirla en casas más pequeñas. De una obra han hecho otra, compuesta por una serie de 89 piezas. La serie de la serie de la serie, porque los Spot Paintings son una serie de las trece que componen los Pharmaceutical Paintings.¿Se juntarán sus compradores una vez al año para recomponer el cuadro completo? Nos encantaría que se convocara esa reunión y solo apareciera Hirst: el propio artista coleccionándose.
Volvamos a MSCHF, ¿qué sabemos de ellos? El colectivo se fundó en 2016 y entre sus creaciones están las Jesus Shoes, unas Nike Air Max 97 con un crucifijo en los cordones y agua bendita de río Jordán, a 1425 dólares el par. Su primer proyecto salió a la luz el año pasado: un ordenador infectado con 6 de los virus informáticos más peligrosos, que subastaron y vendieron por 1 300 000 dolares, además de una aplicación que permite ver Netflix en el trabajo haciendo que parezca una conferencia telefónica. ¿Y esto es arte? Lo es, si consideramos arte todo lo que hace un artista.