Cuando vi por primera vez Cottage de Patricia Urquiola, me hizo pensar en una casita de niños y en un nido de pájaros. Tuve un pensamiento infantil, de young adult, pero estoy segura de que es el mismo de Patricia cuando dio a luz este mueble, que es más que un mueble, porque protege, te protege. Me hace volver a la infancia, a los “fuertes” que nos creábamos de niños; a esa especie de guaridas que nos permitían refugiarnos en un mundo mágico y que nos resguardaban de todo lo que pudiese ocurrir fuera de este. Simple, irónico, genial. Elegante, atemporal pero actual.
Y esto es Patricia. Sus proyectos son como sus sonrisas, trasparentes, claros, con un mensaje inmediato, como un whatsapp en el teléfono. La forma esencial de ícono de casa es universal. Todo el mundo capta el mensaje rápidamente, lo que pretende ser, lo que pretende comunicar y el uso que quiere darnos. Gracias a esta esencia simple, Cottage encuentra su propia dimensión en múltiples espacios, que pueden ir desde entornos naturales hasta el interior de una vivienda.
Es fresco y joven, la madera lo hace cálido y las telas te envuelven en un ambiente íntimo y sensual, pero a la vez delicado. Cottage es una pieza que resume desde la tienda nómada al nomadismo moderno. Una cama portátil en la que poder leer a la luz de las estrellas y la Luna À la recherche du temps perdu, de Proust. Tiene utilidad pero puede ser un capricho porque es un placer que sigue emocionándonos. Patricia, entonces, ¡grazie per continuare ad emozionarci!
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