Es imposible caminar por Copenhague sin encontrarnos con un edificio o espacio público diseñado por COBE. Dirigido por Dan Stubbergaard, los proyectos de este joven estudio danés están transformando y revitalizando los entornos donde se ubican para hacer que el presente modele un futuro arquitectónico y urbanístico más amigable.
Al primer golpe de vista, COBE Architects, el estudio fundado por Dan Stubbergaard en 2006, corrobora la enorme influencia que ha logrado ejercer el también danés Bjarke Ingels. Con el ímpetu arrollador que le otorgaba una apabullante y desmesurada confianza en sí mismo, y enarbolando el lema Yes is More, Ingels se ha convertido en algo más de una década en la nueva encarnación del arquitecto-estrella: un carismático vendedor a escala global.
No obstante, si bien en la estructura orgánica de COBE Architects, e incluso en su lenguaje, hay aspectos que reflejan muy claramente esa influencia —de hecho, Stubbergaard trabajó durante cuatro años con Ingels—, adentrarse en su filosofía y trayectoria pone de manifiesto unas diferencias particularmente trascendentes. Podría decirse que si Ingels, pese a su fachada de rabiosa actualidad, es una puesta al día de ese tipo de arquitecto poderoso y cuasi-autoritario legado por la modernidad y que consolidó la era de la arquitectura icónica; COBE Architects supone la formulación de un modelo distinto.
Un modelo que posiblemente exhibe el mismo grado de confianza que Ingels en su visión y el mismo empuje pragmático que incita a la construcción como absoluta prioridad, pero que, sin embargo, no trabaja para el futuro, sino para este presente en proceso de cambio. Mientras Ingels parece poseer las recetas infalibles para poner el futuro en el ahora, COBE sabe que se encuetra en un mundo en transición, que camina hacia un porvenir del que se siente responsable.
COBE Architects. Infancia y permanencia
Dan Stubbergaard fundó COBE Architects como un estudio donde el trabajo debía ser fruto de un esfuerzo colectivo. Él mismo sitúa el principio de su vocación en las actividades creativas de la infancia: de niño pasó horas dibujando, montando cosas con sus piezas de Lego y haciendo con su padre maquetas de paisajes atravesados por vías ferroviarias en el sótano de su casa. El aprendizaje de la curiosidad en aquellos años ha constituido un factor clave en la definición de su espíritu profesional. También lo ha sido haber crecido en Amager, una isla al sudoeste de Copenhague popularmente llamada “Isla de la Mierda” —por ser un lugar donde se vertían residuos fecales— y caracterizada por una marcada heterogeneidad social y, consecuentemente, arquitectónica. “Esa experiencia de diversidad es algo que agradezco muchísimo y que hoy trato de que se manifieste en el día a día de nuestra actividad”, afirma, señalando también la decisiva importancia que tuvo en esos años disfrutar del excelente diseño del colegio al que asistió junto a todos esos niños de muy diferentes estratos sociales.
Esas vivencias de la niñez han marcado una de sus convicciones esenciales: la de que debemos erigir edificios y entornos que nos sobrevivan, que trasciendan nuestra generación y que puedan ser aprovechados por nuestros descendientes. Algo que le ha enseñado la Grundtvigs Kirke: la iglesia diseñada por Peder Vilhelm Jensen-Klint en 1913 y que Stubbergaard ha visitado regularmente desde que tenía tres años, encontrando siempre una nueva revelación en su espacio.
Dentro de ese relato biográfico marcado por una emoción activa, parece lógico que a Stubbergaard le resultara incómoda —o ajena— la altisonancia que encontró en la escuela de arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de Copenhague. “Demasiado abstracta, demasiado elevada y no me permitía comprender el sentido de lo que estábamos haciendo”.
No fue hasta el momento en que, aún siendo estudiante, viajó a Róterdam y trabajó como becario en el estudio de MVRDV, cuando comenzó a comprender el verdadero impacto que ejerce esta disciplina. “Lo que aprendí allí tenía que ver con enfrentarse a cuestiones pragmáticas, con entender que la arquitectura tiene la capacidad de introducir cambios, de transformar las cosas. Por supuesto, valoro esa perspectiva más ligada a lo artístico que se ofrece en Copenhague, pero ese periodo en Holanda me enseñó que esta profesión es algo que va más allá de dibujar minuciosa e intelectualmente”.
Moldeando la arquitectura danesa
Quizá como una evidencia de ese tránsito hacia otro modelo de arquitecto —derivado de la crisis de 2008—, y pese a la presencia internacional de su obra, la actividad de COBE tiene un foco fundamentalmente local. “Estamos moldeados por Copenhague y moldeamos Copenhague”, manifiestan desde su página web. Y es una realidad literal, ya que desde su nacimiento el equipo ha contribuido intensamente a modificar el paisaje de la capital: “Pasa una hora recorriendo la ciudad. Será difícil que no te topes con algún proyecto de COBE”.
Su propio estudio se encuentra radicado desde 2018 en el distrito de Nordhavn, de cuyo masterplan se hiceron cargo tras ganar el concurso convocado hace más de una década. El objetivo era renovar los 3,6 millones de m2 de la zona portuaria y convertirla en una nueva área urbana destinada a viviendas y zonas de trabajo para 40 000 personas. Con la idea de cimentar el presente y conducirlo hacia el futuro sin dejar de generar vínculos con el pasado, COBE ha definido aquí un concepto urbano basado en dividir el puerto en canales y cuencas mediante la creación de isletas de varios tamaños. Una disposición que respeta y reinterpreta el pasado de Nordhavn y su fácilmente reconocible estructura racional, además de posibilitar el ulterior desarrollo de cada una de las isletas en el futuro.
En Nordhavn se encuentra The Silo, un proyecto finalizado en 2017 que puede destacarse como el paradigma de la construcción sostenible que este equipo plantea. “Durante mucho tiempo y hasta hace muy poco, la noción prevalente en nuestro trabajo era que disponíamos de infinitos recursos para construir. Esto debe cambiar. Creo que este es uno de los cambios culturales más relevantes que debemos afrontar hoy.
“En tiempos de escasez de recursos, es importante ser audaz y formular la pregunta: ¿Es realmente necesario un edificio nuevo?”
Dan Stubbergaard
En tiempos de escasez de recursos, es importante ser audaz y formular la pregunta: “¿Es realmente necesario un edificio nuevo?” COBE reivindica la transformación como recurso y formula, en el caso de The Silo, el diseño de un nuevo abrigo “cubretodo”: la estrategia no solo permite el ahorro energético y de materiales, sino también preservar la identidad del edificio, no desvincularlo de su pasado industrial y, a la vez, enfatizar la belleza del crudo monolito de hormigón original.
La ciudad como una gran sala de estar
Uno de los intereres fundamentales de COBE Arquitects es el de alentar a la gente a experimentar la ciudad como si se tratara de una gran sala de estar, como un lugar donde las fronteras entre lo privado y lo público se vuelven fluidas. Y en Nordhavn esto se manifiesta en decisiones como conjugar los mejores aspectos de la ciudad compacta y de la abierta —bloques y viviendas familiares de pequeña escala, tiendas, oficinas, áreas para el deporte y la cultura…— con el mayor número de zonas verdes posible. Es decir, y regresando a esa experiencia de infancia de Stubbergaard, comprender y estimular la diversidad como un valor social enriquecedor, porque desde el estudio creen que la buena arquitectura y la correcta planificación generan un impacto vivificador para la urbe.
Lo que aprendí durante mis prácticas en el estudio MVRDV tenía que ver con enfrentarse a cuestiones pragmáticas, con entender que la arquitectura tiene la capacidad de introducir cambios, de transformar las cosas”.
Dan Stubbergaard
Así lo demuestran en Karen Blixen Plads, situado en la Universidad de Copenhague. Pese a ser uno de los ámbitos públicos más grandes de la capital, estaba casi en desuso. Sin embargo, desde que el proyecto se inauguró en 2019, se ha llenado de actividad. Su nueva disposición como una superficie con partes llanas y promontorios, adecuada para el tránsito de peatones y bicicletas —y aparcamiento para estas—, ha modificado radicalmente la accesibilidad y la movilidad, convirtiendo un antiguo espacio gris en un dinámico punto de encuentro para estudiantes.
Otra de sus obras, como las guarderías Forfatterhuset (2014) y Frederiksvej (2015), la estación Nørreport (2015), el Centro de Voluntarios de la Cruz Roja Danesa (2017) o la Biblioteca Tingbjerg (2018) reflejan esa arquitectura “arraigada a la realidad”: esa arquitectura tan COBE que busca transformar y mejorar los espacios. “Aún somos un estudio joven, pero estamos empezando a aprender de nuestros éxitos y nuestros fracasos, y ese es un lugar muy excitante donde estar situado”. |