Después de una fructífera trayectoria, el colectivo madrileño Casa Antillón se enfrenta al desafío de la arquitectura residencial con Casa Nº1. Una vivienda sin puertas que rompe la convencionalidad de lo doméstico.
La primera vivienda de Casa Antillón
Cada vez con más frecuencia, los trabajos de Casa Antillón empiezan a reconocerse por sí mismos. Su apuesta por la geometría y su falta de miedo al color se afianzan como el sello de identidad de este colectivo madrileño, que no cesa en su interés por comprender lo arquitectónico desde una mirada genuina. Un stand para una feria de arte, varios proyectos expositivos, intervenciones efímeras, mobiliario único, una peluquería y hasta una pastelería dan fe de ello. Los de Casa Antillón —Emmanuel Álvarez, Ismael López, Yosi Negrín y Marta Ochoa— continúan poco a poco tras una década desde que iniciaron su andadura. Y justo ahora presentan su primera vivienda: la que supone su primer reto cara a cara con el entorno doméstico. Bienvenidos a la Casa Nº1.
También bautizada como Casa sin puertas, esta se sitúa en la parte alta de un inmueble unifamiliar en Navalcarnero, Madrid. Y, como su nombre indica, en vez de accesos cerrados encontramos vanos que amplían la continuidad del espacio: una pretensión por romper con los estándares canónicos del hogar tradicional de “cajas” herméticas. Es así como una concatenación de estancias versátiles —tanto abiertas como privadas— favorecen el tránsito a gusto y elección del usuario. Una idea de recorrido sin determinar que conecta con la esencia lúdica del sitio, que se hace más evidente en las decisiones del interiorismo.
Del minimalismo al color block
Casa Antillón tiene una predilección especial por las piezas singulares y poco corrientes, por lo experimental y ajeno a la estética clásica; por eso para esta ocasión el colectivo optó por muebles de contornos rebeldes, coloridos y monocromos. Todos los objetos vibran y conviven con un paisaje de fondo blanco radical que clama minimalismo, sin ornamentos ni estampados. Junto a ello, y como un golpe maestro de efecto, el color block extravagante en rosa chicle y azul klein se interrumpe con el acero inoxidable en negro del baño. Contrapunto del contrapunto.
Totalmente enmoquetada —a modo de “sitio de recreo”— y diferenciada por un muro curvo recortado, Casa Nº1 focaliza su centralidad en la chimenea, con la idea milenaria de situar el fuego como núcleo hogareño. La ubicación de dicho muro responde a la posición de los lucernarios, de ahí que la luz intensa quede contenida y genere huecos que invitan a adentrarse en ellos. Los vanos actúan como encuadres y marcos que adelantan una primera imagen de cada habitación próxima.
Como primera vivienda formal a la que se enfrenta el colectivo, la respuesta no podía ser otra que la ruptura —tan habitual en ellos— de lo convencional. Casa Antillón acomete la metamorfosis de lo doméstico en estos 70 m2 de polivalencia y función abierta al cambio. Un juego que desafía las reglas de las jerarquías. Una casa sin puertas que sirve para cualquier cosa que uno pueda imaginar.
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Casa Antillón es un estudio de arquitectura con vertientes multidisciplinares y con la mirada puesta en el evento, el arte y la gestión cultural. Fundado en 2019, lo conforman Emmanuel Álvarez, Ismael López, Yosi Negrín y Marta Ochoa, titulados todos por la ETSAM (Universidad Politécnica de Madrid). El colectivo vuelca su interés en comprender el espacio a través de la experimentación, lo social, y lo curatorial. Algunos de sus clientes hasta la fecha han sido grandes marcas como Hermés, TOUS, o Massimo Dutti, y privados singulares como la peluquería MOOD Hair Salon o la pastelería Cara Mela.
