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Fotos: Luis Benolier

Cuando el neófito se acerca a los macroedificios mediáticos, descubre que a menudo los arquitectos que dan nombre a esas obras son solamente sus diseñadores. Porque en realidad son otros arquitectos, siempre a la sombra, los que se encargarán de todo el proceso de edificación. No es el caso de Antón García-Abril, un visionario técnico, que no sólo idea sus proyectos, sino que también los ejecuta.

Los trabajos de Antón García-Abril y su oficina, Ensamble Studio, nos recuerdan que la arquitectura moderna no está reñida con la ingeniería ni pierden por ello capacidad evocadora o poética. Lo que vemos en esta vivienda, la casa Hemeroscopium, donde resulta fácil comprobar que los avances técnicos siguen siendo creadores de espacios únicos.

Hemeroscopium era para los griegos el lugar en el que se ponía el sol. Es decir, ese punto imaginario que se materializa con las líneas de fuga de un dibujo o con nuestra percepción espacial. Algo totalmente sensitivo pero a la vez cuantificable por las referencias geográficas y el desarrollo del proceso en el tiempo. Pero Hemeroscopium es también el título de una pieza de Antón García-Abril, padre del arquitecto y compositor contemporáneo de gran calado. De hecho, el hijo recuerda que sin duda ésa fue la primera obra que debió de escuchar, pues su padre la iba componiendo mientras su madre estaba embarazada de él. Al margen de la anécdota, a su manera la casa responde a la interpretación cabal de una partitura única, pues “se hizo” en tan sólo siete días (número simbólico) gracias a un guión técnico preciso, tras casi tres años de preparación. Pero no nos confundamos, tanta precisión no niega la emoción. “Es una casa cien por cien emocional. Todo lo que tiene de racional, todo el sistema de ingeniería es el resultado de poner en práctica una serie de emociones, percepciones espaciales y de intuiciones”, afirma Antón García-Abril.

La filosofía que rige esta vivienda situada en Las Rozas supone un equilibrio entre ideas opuestas y estructuras reales resueltas con acierto y valentía. ¿Quién le diría al visitante que este lugar está condicionado casi exclusivamente por la colocación de enormes vigas rematadas por un bloque de granito que a modo de campanario funciona como un contrapeso de veinte toneladas? En total se trata de siete elementos en sentido ascendente de mayor a menor peso. En cada rincón, la mirada escapa hacia Guadarrama y la pesadez infundida por los brazos de hormigón se convierte en transparencia y ligereza al crearse un espacio que se funde con el paisaje y respira con él.

El programa arquitectónico se organiza alrededor de un patio abierto a una piscina. Las habitaciones se distribuyen a su alrededor integrándola como un elemento central. Apuntemos que el domicilio incluye una segunda piscina en una de las vigas que salen desde el dormitorio principal. De tan sólo una calle y con el largo olímpico, permite al propietario mantenerse en forma sin salir casi de su habitación.

La casa Hemeroscopium se ha convertido en un hito arquitectónico y constructivo que refleja el pensamiento de García-Abril en su quehacer diario. “No recuerdo ninguna arquitectura que me interese en la que el espacio creado no sea otra cosa que el resultado de un sistema estructural bello, ingenioso y audaz”. Y todo ello con hormigón, la “piedra del siglo XXI”, que en este proyecto se humaniza hasta tal punto que se oyen crujir los apoyos de las vigas en sus procesos diarios de dilatación y contracción.

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