En Abiko, una ciudad japonesa dominada por los contrastes histórico-culturales y la escasez de suelo edificable, surge este monolito de hormigón diseñado por Fuse Atelier. La joven pareja que lo habita buscaba un hogar impactante y luminoso que optimizara el uso de los 101 m2 de parcela y a su vez destacara sobre un entorno constituido por arquitecturas tradicionales. Radical en las formas, pero humilde y abierta al paisaje circundante, la vivienda presenta en su fachada principal un voladizo que se estira hacia delante, dejando pasar luz e imágenes a través de su ventana monumental. Un esquema parecido, aunque más simple en su composición, se repite en la fachada trasera con el fin de capturar el verde procedente de una masa de árboles localizada al sur de la propiedad. Utilizando el recurso de grandes huecos al exterior, siempre situados en altura, se ha conseguido no solo bañar los interiores a base de auténticas cascadas de luz natural, sin restarle intimidad a sus ocupantes, sino también enriquecer ese particular lenguaje de cubismo futurista con el que se expresa la edificación.
Uno de los factores más interesantes de la casa Abiko es el efecto sorpresa que provoca la transición desde un exterior compacto, sólido, pesado e íntimamente arraigado al suelo, hasta la explosión de ingravidez y amplitud que se siente al penetrar en su interior. Sus 80 m2 se diluyen en juegos de luces y sombras, reflexiones y refracciones de la luz, sobre múltiples facetas y planos de unos muros trabajados más como la superficie de un diamante o de un fragmento de cuarzo que como paredes convencionales. Con algo de híbrido entre caverna y catedral zen, sus diferentes estancias, distribuidas en tres niveles y organizadas alrededor de un salón central, han sido tratadas de forma modular, cada una con sus particulares escalas en un continuo de hormigón, logrando de este modo mantener la temperatura fresca en verano y cálida en invierno. Las escaleras hechas de finos peldaños de acero incrustados en los muros, unidas al efecto de los suelos blancos, acaban de envolvernos en una atmósfera de serenidad y levedad minimalista trabajada con maestría en esta arquitectura nacida en uno de los estudios más vanguardistas de Tokyo.