Gregory Faulkner ahonda en la mejor tradición arquitectónica americana moderna para llevar al interior de esta casa de montaña las texturas, los materiales y los colores de un paisaje dominado por grandes coníferas centenarias, en un medio amenazado en los últimos años por grandes incendios.
CAMPout en plena sierra de California
Las grandes masas forestales de Sierra Nevada —la gran cordillera que flanquea el límite oriental de California y a la que suelen llamar The Sierra o The Sierras— han sido escenario, en los últimos tiempos, de los cada vez más frecuentes y devastadores incendios estivales asociados al cambio climático. En consecuencia, Greg Faulkner —fundador en 1998 de Faulkner Architects— ha colocado en primer plano las estrategias de protección contra el fuego en el relato de CAMPout, aunque sus aportaciones van más allá de esta faceta.
Se trata del encargo de un conocido empresario de software en la nube, aficionado junto a su familia a los deportes de montaña, que utiliza esta vivienda como refugio vacacional, pero, sobre todo, como campo base de sus actividades, de ahí el nombre del proyecto. Situada en una ladera que desciende hacia el norte, con vistas a Martis Valley y el Lago Tahoe, y que hacia el sur se eleva hasta los 2500 metros de un antiguo volcán, está rodeada de uno de esos característicos bosques locales de altos, estilizados y centenarios pinos negros y pinos de azúcar.
Faulkner desarrolla la propuesta en una sola planta de unos 300 m2 alrededor de un patio central. Una solución llamativa en este entorno que se explica por la necesidad de resguardar la intimidad de los vecinos —más numerosos y próximos de lo que las imágenes sugieren— sin renunciar a una residencia abierta al paisaje. “Escogimos a Greg —dice Rowan Trollope, el propietario— porque su idea de estar al mismo tiempo en el exterior y en el interior es exactamente la nuestra”.
Una casa de montaña contra los incendios forestales
La estrategia antiincendios se basa en potentes muros perimetrales de hormigón fraguado in situ —con un relleno de aislante rígido en medio— y cubiertas de acero corrugado, con una segunda capa formada por una membrana ignífuga, cargada de balasto de piedra para protegerla de las pavesas arrastradas por el viento. En el norte, Faulkner dispone un amplio espacio común con el de estar, el comedor y la cocina, abierto tanto al patio como a un porche que lo extiende al exterior en verano. Al este, queda el dormitorio principal, en el ala septentrional se agrupan los demás dormitorios y dependencias privadas y, al oeste, un largo vestíbulo conecta el acceso con el garaje y un pabellón de invitados preexistente.
Lo que en planta podría parecer un diseño introvertido —pues todas las estancias se vuelcan hacia el patio— es en realidad un ensamblaje dinámico y ligero de ambientes deslizantes y continuos. Los huecos perimetrales se distribuyen en función de las vistas evitando a los vecinos, y las divisiones interiores son grandes vidrieras de suelo a techo. La techumbre se inclina hacia el norte protegiendo el porche y permitiendo que el sol de invierno y las brisas dominantes lleguen desde el sur a la gran área compartida; distintos lucernarios se abren en baños y habitaciones, de modo que la luz lo invade todo.
La continuidad de dentro hacia fuera se produce así con naturalidad, en una sinfonía de materiales y texturas que prolongan dentro con calidez lo que la naturaleza puso fuera: techos y paredes revestidos de madera cruda de pino de azúcar sin barniz; pavimentos de losas de basalto —como el que aflora en las rocas del medio colindante— que alojan un eficiente sistema de calefacción de suelo radiante; transiciones de acero corten que replican los matices rojizos de la pinaza.
Los interiores, exquisitamente equipados con mobiliario de madera realizado ex profeso, se deben al estudio de Nicole Hollis, que se inspira en el minimalismo de Donald Judd. Todo el conjunto respira un aire muy en la estirpe americana de Wright, con sus soluciones apegadas al terreno y apenas necesitadas de mantenimiento. Un ejemplo de cómo manejar las tradiciones arquitectónicas locales con sencillez y naturalidad.
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Es un estudio fundado por Gregory Faulkner en 1998, con sede en Truckee y en Berkeley, y especializado, en buena medida, en el diseño de arquitecturas relacionadas con el esquí.