Bernardo Rodrigues se inspira en la geometría de las Azores para erigir un taller de hormigón

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Para los arquitectos, una de las fuentes de inspiración más saciantes, cercanas e inacabables es la naturaleza. Y en este caso, el estudio de Bernardo Rodrigues ha tomado como referencia sus contornos abstractos y geométricos para un proyecto de ampliación residencial en la Isla de San Miguel, Azores.

Bernardo Rodrigues, Azores
Foto: Paulo Goulart

La intuición geométrica de Bernardo Rodrigues

En la propia naturaleza se puede seguir el rastro de una simetría matemática, como si, de manera intuitiva y a través de un conocimiento primitivo, el reino animal y vegetal se codificase en una abstracción. Esto es algo que podemos ver reflejado en los hexágonos del panal de abeja o en los fractales de las hojas de las plantas, que parecen originar un lenguaje racional de figuras geométricas. Sin embargo, sus elementos también pueden erigirse por medio de un proceso más bien aleatorio y sin lógica; una especie de hipogeo que no puede descomponerse en fórmulas exactas. Piedras o montañas, por ejemplo, a las que no es posible definir como cuerpos regulares.

Bernardo Rodrigues, Azores
Foto: Paulo Goulart

En la atlántica isla de las Azores, Bernardo Rodrigues ha jugado con esa dicotomía para concebir un volumen que se yuxtapone a una vivienda, planteada anteriormente también por Rodrigues. Lejos de las restricciones más utilitarias, con esta nueva construcción —destinada a ser usada como taller después de que la clienta y escultora colmase con su obra el ámbito residencial—, el arquitecto se ha permitido crear una composición más arriesgada. Los contornos trazados hacen referencia al entorno estereotómico de la isla, conformando la silueta irregular del taller en un trazado azaroso configurado por un espacio de trabajo con dos hornos, un archivo, un área de recepción y un pequeñísimo aseo.

Bernardo Rodrigues, Azores
Foto: Paulo Goulart
Bernardo Rodrigues, Azores
Foto: Paulo Goulart

Una colmena de hormigón en las Azores

El ventanal que se abre al paisaje aguarda en su fachada una serie de siluetas simétricas, que funcionan como un panal de vidrio para generar extrañeza al insertarse en el muro sinuoso de hormigón. El diseño del interior se muestra prácticamente inexistente; sin apenas detalles ni objetos, este queda determinado por la materia y por la luz, lo que da lugar a un ambiente que invita a la introversión y al ejercicio creativo.

Bernardo Rodrigues, Azores
Foto: Paulo Goulart

La pared de hormigón crudo —edificada de forma artesanal por la familia— exhibe la textura táctil y rugosa en honor a la isla y sus acantilados. Mientras tanto, los paramentos curvos terminan por sublimarse mediante la iluminación: por un lado, el tragaluz introduce una cascada de luz y el ventanal invita al verde circundante a entrar en el interior. De esa manera, la aparente falta de interiorismo facilita que la arquitectura se convierta, por sí misma, en expresión y experiencia; una estrategia capaz de establecer una conexión emocional con el habitante.

Bernardo Rodrigues, Azores
Foto: Paulo Goulart

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¿Dónde se ubica este estudio de escultura?

En la Isla de San Miguel, en las Azores

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