Fotos: Mikiko Kikuyama
En pleno centro de Nueva York acaba de abrirse una peluquería para niños. Concebida por la arquitecta estadounidense Andrea Mason, Beehives and Buzzcuts es un espacio de más de 900 m2 inspirado en la naturaleza. En el papel pintado que cubre las paredes se alternan imágenes de plantas y animales tanto nocturnas como diurnas, con el fin de diferenciar las diversas zonas del salón. Otro detalle que transporta a niñas y niños a un bosque imaginario es el árbol en la recepción y la tienda. Realizado por el artista Danny Balgley, está pensado para ser un elemento lúdico con el que los más pequeños interactúan. Pero, ¿no venían a cortarse el pelo? Así es, por eso en el área de peluquería, cada silla es un juguete que sube hasta la altura ideal para arreglar el cabello a los menores de diez años. La gama de colores acompaña asimismo a esa naturaleza imaginaria con una paleta luminosa también en la cocina, los baños, el aparcamiento de sillas de paseo o el despacho.
La propietaria, Karolyn Massey, es una antigua ejecutiva del mundo de las finanzas que quiso crear un local en el que su sobrina se sintiera mimada como cualquier jovencita. El toque distintivo no solo lo aporta el interiorismo dinámico. El nombre también busca combinar elementos naturales con los cortes de pelo. El buzzcut es la denominación de un rapado al cero, donde buzz es el zumbido de una abeja o… el de una maquinilla que lo imita. Por su parte, se llamaban beehives o colmenas a los enormes cardados de los años 60, que podían alcanzar hasta veinte centímetros. Así, el paso por la peluquería se convierte en un recreo tanto para los más pequeños, como para los adultos que los acompañan. Un brillante trabajo de interior en la línea de educación lúdica y cromática que vemos en proyectos como la Ordrup School de Bosch & Fjorden en Gentofte (Dinamarca) o la librería Kids Republic de SKSK Architecs en Beijing (China).
Enlace: Andrea Mason Architects