ArtFutura. ¿Está el futuro del arte digital en la inteligencia artificial?

Arte digital entre la mente humana y el algoritmo

Desde sus primeros pasos, ArtFutura ha tenido como objetivo acercar al público las nuevas maneras de expresión artística que surgen con el avance de la tecnología. Esta edición de 2024, que se celebra en el Palacio de Neptuno, refleja todos estos años de trabajo previo, pero con una mirada puesta en el futuro inmediato. Y es que, a día de hoy, hablar del impacto de la inteligencia artificial en la producción de arte no es nada nuevo, pero sí lo es el hecho de que su presencia se haya hecho cada vez más irreversible.

“La IA redefine los límites del arte contemporáneo, desafiando nuestra concepción de autoría, originalidad y creatividad”​, reflexiona la escritora británica Joanna Zylinska en su libro AI Art, Machine Visions and Warped Dreams. Ese uso de algoritmos generativos y modelos de aprendizaje automático está dando paso a una revolución silenciosa donde las máquinas no se limitan a ejecutar, sino a cocrear. Y esta simbiosis entre la mente y la IA plantea interrogantes que van más allá de lo técnico y conectan con modos de expresión que desbordan las categorías tradicionales de la disciplina.

Precisamente, la pregunta de si la IA puede ser autónomamente original o dependiente de la inventiva humana es una cuestión que está sobre la mesa en ArtFutura 2024. Esto lleva a debatir sobre la denominación de las piezas de estas operaciones conjuntas, surgiendo el concepto de «arte IA» —muy extendido— o, como algunos críticos lo designan, «creatividad computacional”. A propósito de este último término, Zylinska afirma que abarca con más precisión la esencia de estas obras, que pueden surgir a partir de patrones inesperados. El resultado es un panorama visual completamente alterado, donde se prolonga el interrogante: ¿dónde queda la frontera entre lo humano y lo no humano en el acto de creación?

La inteligencia artificial en el porfolio de artistas

Esta visión se concretiza con los participantes de ArtFutura 2024, entre los que encontramos a figuras consagradas como Julius Horsthuis, quien se ha especializado en la estética de fractales y paisajes generativos. Sus composiciones nos sumergen en mundos infinitos y gráficamente sorprendentes, donde la geometría se despliega y ahonda en las intersecciones entre lo que existe y lo perteneciente al algoritmo. Otro autor destacado es Kouhei Nakama, conocido por sus experimentaciones con patrones que imitan siluetas biológicas, como células y estructuras naturales. Nakama esboza un juego entre la vida y la simulación, cuestionando qué significa ser «orgánico» en una sociedad cada vez más digitalizada.

Por otro lado, el colectivo Ouchhh lleva la inmersión a un nivel más visceral, proyectando entornos que envuelven al espectador y lo hacen sentir en otra dimensión. Algo así ocurre al observar las instanténas de Neptunian Glitter Ball, cuyo enfoque lúdico, extravagante y surrealista nos transporta a escenarios imaginarios donde lo absurdo y lo sublime conviven. Aunque hay otros campos de acción más allá de la imagen, como ocurre con Markos Kay, que ubica su labor en el ámbito de la música.

“El futuro llega temprano; no hay suficiente para todos. Pero la necesidad de saber es como la necesidad de agua. Necesitamos saber”, escribía William Gibson en El Palacio de la Memoria. Es este fragmento el que precede al trabajo curatorial de esta exposición de ArtFutura, lanzando un claro mensaje: nuestra relación con la creatividad se está reescribiendo y queremos conocer cuáles son las nuevas vías que se están abriendo ante nosotros. Por eso ha llegado el momento de hacerse las preguntas correctas. ¿Podemos seguir viendo a la IA como una simple herramienta, o debemos reconocerla como una verdadera compañera artística?

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