En su séptima edición, ALCOVA sigue cumpliendo su promesa de presentar el diseño contemporáneo de la forma más subversiva. Y en esta ocasión, se ha instalado en dos de las villas más impresionantes de Milán: Villa Borsani y Villa Bagatti Valsecchi. Dos localizaciones cuyo sempiterno descanso fue invadido por las apuestas e instalaciones más rupturistas del art design internacional.
El regreso de Alcova al Fuorisalone
No se puede pensar en ALCOVA sin esperar lo imprevisible. Esa es la gracia de su espíritu: la búsqueda secreta de un tesoro constructivo para someterlo a una resurrección. Acostumbrados al paraje de derrumbe industrial de sus previas localizaciones, sorprende la carcasa arquitectónica residencial de este año y también su desdoblamiento. Una opción que mitigaba la expansiva y abrumadora ola de diseño con la que golpeaba en sus anteriores ubicaciones, y que nos ofrecía un poco de calma doméstica en dosis bien medidas y, en cierta manera, asumibles dentro del clima frenético del Fuorisalone.
Villa Borsani y Villa Bagatti Valsacchi son dos viviendas que presentan dos maneras de vivir muy diferentes. La primera de 1945 y modernista y, la segunda, del siglo XIX y neoclásica. El contraste entre ambas no es solo dimensional, aunque sorprende ese coetáneo gusto por los jardines. Sumidas en el silencio del tempus fugit —esa figura retórica tan del gusto de Alcova— abrieron sus puertas esta edición para guardar dentro, entre suelos de madera, chimeneas icónicas y frescos en los techos, todo un repertorio de creaciones que desafiaban las cualidades materiales, las formas impuestas y los resultados predecibles.
Villa Borsani. Racionalismo en clave art design
Concebida por el arquitecto modernista Osvaldo Borsani en 1945, esta casa de 880 m² actualmente guarda el Archivio Osvaldo Borsani: un prolífico compendio de sus obras más importantes. Erigida en distintos niveles y hecha en ladrillo y estuco, Villa Borsani muestra detalles barrocos y de inspiración art déco, abriéndose al exterior como buena arquitectura del Movimiento Moderno. En ella, el porche fue un verdadero must donde no desentonaban ni la marmórea Mazer collection de Tom Fereday ni las bulbosas siluetas de madera de Cengiz Hartmann.
El contexto del interior resultaba idóneo para establecer sinergias con la vanguardia creativa de hoy, como hacían las mesas Sekka de Tino Seubert en colaboración con el estudio londinense Agglomerati. Piezas geométricamente contundentes que conversaban con la atmósfera racionalista de toda la vivienda. Ocurría igual en uno de los pasillos con la lámpara Flamingo de Giopato & Coombes. Gravedad poliédrica como oda al prisma. Y en el mismo nivel, el legado de Castilla y La Mancha quedaba bien representado por la maestría de Worn Studio, quien introducía en una de las estancias su Bows collection: lazos y artesanía hablando un mismo idioma matérico. ¿Quién dijo que el mueble no pudiese ser coquette?
Subiendo las representativas escaleras de mármol, nogal y cristal, Kiki Goti sorprendía con Selene: un espacio liminal de contemplación que llevaba la firma de Vetralia y en el que era fácil perderse mirando su orgánico Nuphar Mirror. En esa misma planta, llamaba la atención el ejército de luminarias con forma de cascarón roto de Ryuichi Kozeki, con las que mostraba un enigma similar al de la gallina con el huevo: ¿Qué fue antes, la creación o la destrucción de la obra? Y ya en el sótano, Object of Common Interest jugaba a las muñecas rusas junto a la empresa de puertas textiles Dooor, llevándonos por una instalación donde el color va tergiversando los escenarios en los que se presentaban sus piezas sedentes.
Villa Bagatti Valsecchi. Una joya para Alcova
Cruzando la vía de la estación de Varedo, encontrábamos la otra joya de la corona: la Villa Bagatti Valsecchi. Una construcción a la que denominan “uno de los ejemplos más significativos de la arquitectura de villas del siglo XIX en la región de Lombardía”. La amplitud de sus jardines, así como su imponente residencia nos transporta sin esfuerzo a una época llena de opulencia; solo que aquí, cualquier brillo que perdurase no era más que un reflejo en la fuente esponjosa de Object of Common Interest o en la metálica de las Swedish Girls: ya sabemos por qué esta elección de Alcova.
Las salas de Villa Bagatti Valsecchi predicaban la instalación artística desde la conquista del espacio: nos lo demostraba así la colaboración entre la firma EconitWood y el diseñador Harry Hatler. En Printed Nature, la impresión 3D y los residuos de la madera se unían para conformar mobiliario estético y funcional, presentándolo en un ambiente dominado por la materia prima que lo erige. También Victoria Yakusha Gallery mostraba la edición limitada Skarb en una escenografía acertada en la que objetos, aparentemente arcaicos, nos conectaban con tiempos futuros.
Entre las múltiples habitaciones que comprendían esta villa, hallábamos, por ejemplo, los muebles llorosos de Elisa Uberti, donde la cerámica y la lana se fusionaban para transmitirnos la fragilidad y el poder de ambos elementos. O la lámpara Paean de Sfossils, que caía lluviosa desde el techo de la escalera demostrando la textura en su máximo apogeo. Mientras que, tras un camino iluminado por el serpenteante led Aloof Light de estudio Sing Chan, Álvaro Catalán de Ocón encerraba en una especie de búnker su majestuosa PET Lamp Gurunsi: un cielo que nos sobrevolaba orgánica y artesanalmente, transformando el entorno con sus claroscuros y haciéndonos más conscientes de la cultura Ramingining que la ha tejido.
En las zonas colindantes, también nos acompañaban las creaciones de Astronauts, Standard404, Gregor Jahner o Laia Gohar. Y es curioso que, antes de abandonar los terrenos de la Villa Bagatti Valsecchi, nos topásemos con el espectacular The Portal de Pepe Valenti: un monolito-fuente donde el agua se derramaba como una cortina líquida, obligándonos a intuir aquello que habría tras ella. Casualidad o no, creo que no había mejor obra para despedir uno de los eventos más esperados del Fuorisalone, porque al mirarla desde la salida, veíamos Alcova tal y como es: una cascada efímera de diseño que nos reta, año tras año, con nuevas propuestas, y que siempre nos hará preguntarnos con cierta duda dónde se celebrará la próxima vez.