Ubicada en Dubái, las instalaciones de AI Fanar School ofrecen un viaje guiado y comunitario hacia la creatividad. Igual que un iglú erigido en un desierto helado, este proyecto de Studio EMKAAN reinventa la experiencia educativa por medio de una arquitectura donde la imaginación mana y fluye con un aire sobrenatural.
Una escuela enmarcada por cúpulas puntiagudas
La escuela es una brújula poderosa que contiene y custodia la voz del mañana. Es allí donde germina y crece la próxima generación, portadora de unas destrezas que afectarán al curso de los acontecimientos de nuestra sociedad. Y ante la magnitud de este futuro profético, la dimensión física del sistema educativo reanima sus labios mudos tratando de estar a la altura. Por eso, en la reconfiguración de su molde arquitectónico, la atmósfera funcional ha empezado a alejarse de la rigidez para favorecer el efluvio de curiosidad y la sustancia imaginativa. La lección más genuina tiende a revelarse con cierta mística.
Este sentido tan corpóreo como etéreo ha sido el que ha tomado el arquitecto Muhammad Obaid —fundador de Studio EMKAAN — al abordar su proyecto local para Al Fanar School: un centro educativo envuelto en líneas fluidas, que se parece más a una aldea de ensueño. Situado en el barrio de Nad AI Sheba de Dubái, su diseño está inspirado en las formas arqueadas de la arquitectura islámica y en la antigua práctica china del feng shui. Una concepción de la curva como musa, a la que se añade el pez koi y los patrones espirales de su nado, descritos por Obaid como “símbolo de resiliencia, adaptabilidad y abrazo protector en los inicios de la vida”.
La arquitectura islámica de AI Fanar School
Aún con todos estos referentes, la fantasía se abre camino y cada cual recibe su propia reminiscencia. Ante las construcciones lívidas y abovedadas, se halla una textura suave como la nieve. Pero en medio del clima desértico y subtropical dubaití, la realidad reside en el sólido hormigón, el cual se ha erigido en una serie de aulas blancas con cúpulas puntiagudas y puertas de arcos apuntados. Es a través de este lenguaje orgánico y pulido como el lugar se conecta con la mente de los niños, convirtiendo las rutinas diarias en viajes a través del espacio.
De esta manera, la arquitectura en sí misma se vuelve una parte del proceso de aprendizaje, igual que la luz natural también cala como enseñanza en el interior del aula. Las lucernas circulares componen aperturas internas alrededor de la cúspide de las cúpulas, configurando una atmósfera acogedora donde luces y sombras se mecen a medida que la posición del sol cambia a lo largo del día. Esto permite a los estudiantes observar los ciclos y ritmos del entorno, conectándose con el estudio curioso de la naturaleza y el universo.
Una exploración que continúa en el vergel exterior, donde el paisaje se interconecta en senderos sinuosos que han sido trazados alrededor de los jardines y zonas de juego. Studio EMKAAN trabajó con el grupo local de actividades naturales Natura Tribe para crear y cultivar esta zona verde, además de una granja educativa que contiene huertos y lugares para gallinas y tortugas. A medida que la exuberante vegetación madura y los pequeños animales crezcan, se reforzará la colaboración y la expansión comunitaria; una serie de destrezas humanas que suelen florecer en ese rumbo cálido y curvilíneo de la creatividad escolar.
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