En las montañas Wuliang, a 2300 metros de altitud, Flying Bird Art Gallery se eleva como un organismo blanco dispuesto a alzar el vuelo. Diseñada por Kong Shiangwei Studio, esta galería liviana y translúcida celebra el movimiento de las aves y la relación ancestral entre arquitectura, naturaleza y contemplación.
Kong Shiangwei Studio y la anatomía del vuelo
Vitruvio consideró que los orígenes de la arquitectura humana se encontraban en la observación de la que construían los animales: en los nidos y refugios erigidos con ramas, hojas, barro… Y, sin duda, es una hipótesis muy plausible. ¿De dónde se podría haber aprendido sino del instinto y experiencia de aquellos que llevaban, seguramente, aún más miles de años sobre la tierra? Por eso cuando el ser humano desarrolló su propia arquitectura, no dejó de mirar las siluetas y la ingeniería de las estructuras anatómicas que levantaban estas criaturas. Ya fuese para —con mayor o menor literalidad— dotarlas de significados simbólicos o para traducir la sofisticación de sus esqueletos y pieles en tecnologías o elementos arquitectónicos.

Contemplar a cámara lenta la secuencia de una gran ave en vuelo revela la majestuosa belleza —y complejidad— del movimiento de sus alas durante el proceso. Y ese instante detenido es la imagen que confiere intensa fuerza a la nueva galería de arte concebida por el equipo chino Kong Shiangwei Studio. Literalmente llamada Flying Bird Art Gallery, está emplazada a 2300 metros de altitud en las montañas Wuliang, al suroeste de China. Una ubicación que forma parte del corredor migratorio más importante del Este Asiático; un punto destacado para la investigación ornitológica, ya que miles de ejemplares de más de 300 especies atraviesan el cielo de estas cumbres cada año.

Para crear esta galería que presenta exposiciones de fotografía dedicadas a las aves y funciona también como un observatorio natural, Kong Xiangwei Studio ha planteado una propuesta intensa, delicada y liviana a partes iguales. Una gran escultura blanca que desde su pilar de base asciende para albergar espacios interiores completamente abiertos. Un efecto logrado gracias a los grandes muros transparentes que cierran físicamente el ambiente, sin romper la conexión visual entre cielo, los valles a la distancia, los jardines de té y la arquitectura.


Flying Bird Art Gallery. Un nido suspendido entre arte y paisaje
Una primera mirada puede identificar el trazo abstracto —primario y elemental— de una casa en esta estructura que corona este edificio-pabellón. Es por ello preciso recordar cuál es su función: solo así se verán con claridad esas alas de pájaro a punto de batirse para echar a volar. Este armazón —de líneas radicalmente rectas y vértices marcadamente agudos— está concebido en acero blanco, y a él se ha agregado un segundo nivel que sirve de pequeño café dentro del complejo turístico rural. Breves tramos de escalera guían el ascenso a cada uno de las dos alturas.

El interior se convierte en territorio para dos experiencias estéticas: la de contemplar la naturaleza y los pájaros que la habitan, y la de las obras artísticas que muestra. De igual modo, el exterior quiere actuar como un componente estético y orgánico dentro del paisaje, por ello se entrega a sus condiciones. El volumen blanco resplandece bajo la luz solar, proyectando finas sombras, y se difumina, como fantasmagórico, en los días en que la humedad invade la atmósfera.


Flying Bird Art Gallery es una muestra de los motivos que han hecho que Kong Xiangwei Studio sea considerada una de las firmas de arquitectura más singulares de China en este momento. Su trabajo surge de la síntesis de una profunda sensibilidad hacia el contexto de cada proyecto con una marcada vocación artesanal y poética. Con propuestas que se distinguen por el uso de estructuras ligeras, materiales locales y formas alusivas a elementos naturales, como aquí: un pájaro a punto de emprender el vuelo.

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