En este primer contacto con el campo de la relojería, Tadao Ando ha diseñado para Cauny una pieza lúdica que encapsula su visión arquitectónica en la muñeca. Un reloj donde se condensa la poética del hormigón, la luz y el silencio que han definido su obra durante medio siglo.
Cauny y la arquitectura del tiempo
Tadao Ando es uno de esos arquitectos que proyectan desde el silencio. Su enfoque constructivo responde a un lenguaje sobrio, hecho de hormigón pulido, geometría ascética y luz natural. Y aunque parecía que esa visión solo podría conseguirse en lo monumental, el maestro japonés la ha trasladado a una escala insólita: la de un reloj para la firma Cauny. Fundada en 1927, esta marca suiza con raíces ibéricas ha mantenido un perfil singular con una relojería que reivindica un importante matiz poético.

Esto se observa en cómo en los últimos años Cauny ha impulsado The Architects of Time, una línea de creaciones firmadas por grandes figuras de la arquitectura, pues si el tiempo es estructura invisible, ¿quién mejor que un arquitecto para moldearla? En esta ocasión, el sello relojero ha invitado al maestro nipón a participar en esta famosa serie; y Ando, fiel a su pensamiento, ha respondido con Cauny Ando: un diseño que parte del símbolo de la manzana verde, esa que ha acompañado algunas de sus obras como emblema.


La manzana verde de Tadao Ando
Cauny Ando rehúye la estridencia con una caja de acero cepillado, que remite a los muros hormigonados de la Iglesia de la Luz o del Centro Roberto Garza Sada. Mientras que su cristal de zafiro abovedado canaliza la curvatura con la que Tadao Ando suele templar la rigidez de sus líneas. Un nuevo modelo que suma prestigio a la colección The Architects of Time, encarnando su síntesis con densidad simbólica y una profunda compresión de la escala que, como en sus edificios, no adopta ornamentos innecesarios.


La elección del color verde como una de las opciones no es casualidad, pues Ando señala que esta manzana «un poco ácida, pero llena de promesas» remite al poema de Samuel Ullman, donde la juventud no es una etapa, sino un “movimiento del corazón”. Ese impulso lúdico que atraviesa su práctica es el que cristaliza en este reloj con dos versiones: verde intenso y acero pulido. Ambas modalidades comparten la misma tensión formal, el mismo juego entre lo austero y lo expresivo. La caja de 37,5 mm —también disponible en 31,5 mm— se adapta a distintas muñecas sin perder fuerza escultórica. Y la correa, de piel italiana, aporta un contrapunto orgánico que humaniza el conjunto.

Cada componente ha sido pensado para intensificar una percepción: la del tiempo como materia táctil y espacio íntimo. Pues, como en toda su trayectoria, Ando es experto en concebir atmósferas. En cierto modo, mirar el Cauny Ando es como mirar una proyección futura. Su forma, medida y proporción obedecen a un tiempo más lento, como el que se susurra en las paredes del Row House de Sumiyoshi o los pasillos de Naoshima. Ando siempre ha afirmado que construir es, sobre todo, un acto de fe. Y en este reloj, su plegaria es mínima; igual que un testimonio sobre cómo lo cotidiano también puede albergar la intensidad de una idea bien diseñada.

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