Encarnando una visión más íntima del lujo, Alaïa inaugura una nueva tienda insignia. Diseñado por SANAA en colaboración con Pieter Mulier —director creativo de la marca—, el interior presenta una desnudez escultural y translúcida que deja ver el paisaje de la emblemática rue du Faubourg Saint-Honoré donde se ubica.
El sueño de Azzedine Alaïa sumido en un nude etéreo
Los grandes deseos implican muchas veces una promesa longeva, casi eterna. Y la reciente boutique de Alaïa —situada en el nº 15 de la rue du Faubourg Saint-Honoré— parece haber brotado de una ensoñación anciana —que no marchita— propia de su legado perenne. Junto con las otras dos direcciones históricas en la rue de Moussy y la rue de Marignan, esta nueva tienda corona la trilogía parisina de la maison, respondiendo a la herencia onírica que el fundador, Azzedine Alaïa, sembró en su anhelo por establecerse en esta legendaria calle.

Y no hay mejor tributo para este genial escultor de la forma que hacerse eco de las siluetas curvadas en sus distintivos vestidos. Por eso la espectacular arquitectura del espacio se inspira en el lenguaje característico de la marca y, más concretamente, en su concepto «segunda piel» con una atmósfera envolvente y porosa de matices lívidos. Un ambiente repleto de reflejos, que se baña en una narcosis suntuosa de tonalidades nudes y rosadas donde las prendas parecen estar flotando.

SANAA y Mulier: reflejando el alma escultural de la maison
En la misma resonancia sensual y etérea, el estudio japonés SANAA ha reafirmado el espíritu couture y artesano de la firma por medio de podios, que exhiben cada diseño como una obra artística independiente. La planta baja se ha concebido como una experiencia que amplía la personalidad sibarita de Alaïa: conformada por cuatro salas tubulares transparentes, cada una está dedicada a una colección específica. Las líneas curvilíneas y reflectantes desdibujan los límites del recorrido en un camino fluido, que orienta a los visitantes a través de lo vaporoso del lugar. Aunque esto no es lo único que queda difuminado, ya que los arquitectos tokiotas han colocado una fachada de cristal curvado para impregnar con la energía de la calle el propio interior. De esa manera se genera una continuidad entre el espacio, los productos y el entorno circundante


Una sencilla escalera conduce al entresuelo, donde se encuentra Le Café Sant Ambroeus: un establecimiento de procedencia milanesa reconocido por su enfoque en la comida, además de su papel en la configuración del panorama gastronómico contemporáneo. Asimismo, la sinuosidad de la escalera de caracol —que irradia una sugerencia trazada en espiral— nos invita a desplazarnos al segundo nivel. Y si bien la planta baja destaca por su majestuosidad, esta ofrece un ambiente más íntimo y cálido para intercambios y reuniones. En esta zona, el director creativo de Alaïa, Pieter Mulier, ha instalado una conversación entre la moda y la esculturalidad, reforzando el compromiso de la firma de conectarse con el arte. De esa manera, Mulier ha seleccionado algunas de sus piezas favoritas para exhibirlas en la boutique como si se tratara de un hogar.

Entre ellas, se incluyen una mesa de Ron Arad, los sillones Mollo de Philippe Malouin y esculturas de la artista estadounidense Diamond Stingily, pertenecientes a su conjunto Elephant Memory. Estas últimas obras combinan la delicadeza del cabello sintético negro trenzado a mano con la presencia metálica de las cadenas de acero galvanizado, explorando la relación entre lo industrial y lo personal. Una referencia que puede interpretarse como una alegoría comparativa de lo ruidoso del fast track en la moda con la naturaleza atemporal de Alaïa para vestir el cuerpo.

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