La exposición Superpower Design —abierta hasta el 25 de agosto en el Centro de Innovación y Diseño en el Grand-Hormu de Mons (Bélgica)— se acerca a nuevas configuraciones en la relación cuerpo-naturaleza-tecnología. Sobre todo, a aquellas que responden a la idea de perfeccionamiento, mejora, rendimiento y evolución con el objetivo de sobrepasar lo meramente biológico y las limitaciones humanas.
Superpower Design: el futuro es del diseño
La reflexión sobre el cuerpo, su alcance, su relación con el entorno y su concepción como máquina ha estado muy presente en el arte, sobre todo durante los 80; a partir de ese momento, hubo aproximaciones a la tensión entre lo natural y lo artificial, lo biológico y lo tecnológico. Desde entonces, todos los avances técnicos y científicos que se asemejaban a la ciencia ficción —prótesis biónicas, exoesqueletos, bioimpresión, nanotecnología, biotecnología, etc.— se han convertido en una posibilidad cada vez más real con la aparición de la IA.
Y esto cobra sentido en Superpower Design, la exhibición del Centro de Innovación y Diseño en el Grand-Hormu de Mons (Bélgica), donde se demuestra que el futuro siempre ha sido el territorio del diseño. ¿Qué mejor que sus herramientas para hacerse preguntas, bifurcar caminos o rastrear la transformación? Superpower Design no solo pone sobre la mesa interesantes exploraciones, sino que invita a pensar en las consecuencias de la figura sobrehumana o transhumana, en el compromiso político y social del diseñador y en los aspectos positivos y negativos de sus escenarios consecuentes. La innovación ya está aquí, pero debe ser una aliada que mejore la vida sin olvidar los marcos éticos.
Reparar, retocar, perfeccionar el cuerpo humano
A través de la mirada de distintos autores, Benjamin Stoz —comisario de la muestra— ha reunido un conjunto de piezas que definen empáticamente ese vínculo con la tecnología. Una serie de trabajos que nos llevan a habitar un entorno más amable y comprensivo, más allá de esa “búsqueda del rendimiento, el afán por ser más rápido, más fuerte, más bello y más inteligente”. Un mundo de artefactos y conexiones —sociales, culturales, emocionales y amorosas— que nos pueden ayudar a superar nuestros límites biológicos y psicológicos, pero con una extensión de nuevas capacidades ante desafíos de movilidad, de usos y de diálogo con el medioambiente.
Ante la pregunta “¿puede el diseño convertirnos en superhéroes?”, Superpower Design responde con objetos e iniciativas aplicados en distintos campos, como el deportivo y el de la atención sanitaria, donde se hace evidente qué prótesis, materiales, implantes y extensiones del cuerpo humano nos permiten trascender nuestras prestaciones. Y es que desde aquella famosa férula diseñada por Charles y Ray Eames en 1942, se ha avanzado mucho en el terreno de la salud, principalmente gracias al apoyo científico y terapéutico del diseño, la ingeniería y los entornos digitales.
De igual forma, la tecnología asociada a objetos y textiles —relojes, gafas auriculares y ropa inteligente— ha impulsado nuevos comportamientos que redefinen nuestras interacciones. No obstante, en Superpower Design también se argumenta desde experimentaciones y propuestas especulativas que pueden ser provocadoras al cuestionar las normas existentes. Algo que nos obliga “a reflexionar sobre el valor moral de estas mutaciones futuras, en términos de libertad, autonomía, igualdad y dignidad humana”, como se señala en el texto curatorial. “Sin embargo, el término ‘humano mejorado’ puede suscitar preocupación por generar disparidades sociales, desigualdad de acceso a la tecnología, protección de datos y modificación genética no consentida”.
En conjunto, la exposición no quiere solo despertar curiosidad o admiración por nuevos descubrimientos, sino animarnos a cuestionar si debemos o no emplear determinados procesos emergentes. Ya sea para mejorar nuestra vida cotidiana o por alcanzar el bien común. Si Albert Camus dijo que el hombre es la única criatura que se niega a ser lo que es, el performer Strelec añade que solo cuando el cuerpo toma conciencia de su posición puede mapear sus estrategias posevolutivas; en dicho reconocimiento y optimización, el diseño amplifica su voz y su valor. “En este contexto, desempeña un papel clave a la hora de modelar estas innovaciones responsablemente, teniendo en cuenta las implicaciones sociales, psicológicas y filosóficas de la mejora humana”, aclara Stoz. Porque tiene el privilegio de co-crear, proponer desde la inclusión y dar soluciones para las personas y el progreso social. Y ese también es un gran poder lleno de retos.
Un paseo por Superpower Design
Vínculo, tecnología y cuerpo
La muestra abre con una impactante figura femenina cuyo bebé asoma de un vientre o bolsa marsupial. Sus piernas parecen las de una avestruz y sus orejas son puntiagudas: dos rasgos que la definen como un híbrido humano-animal. Podría ser la representación de la anatomía perfecta con las mejores destrezas de cada miembro: orejas de gato que amplifican el sonido, largas piernas para correr o retinas de un pulpo para ver en la oscuridad. Can science make me perfect?, del escultor Scott Eaton, es una obra de la anatomista Alice Roberts, quien se embarcó en la misión de reconstruir su propio cuerpo desde cero inspirándose en los mejores diseños que ofrece el mundo natural.
Asimismo, la diseñadora de moda polaca Iga Weglinska ideó Emotional Clothing: prendas tecnológicas que actúan como prótesis sensorial, dotando a nuestro organismo de nuevas capacidades. Para ello utiliza un fenómeno llamado biofeedback, que señala los cambios psicofisiológicos: temperatura corporal, frecuencia cardíaca, actividad electrodérmica o la propiocepción. La intención es que nuestra mente no solo viva en nuestro cerebro, sino que pueda extenderse a la dimensión física en objetos que asumirían parte de nuestro proceso de pensamiento. La colección está planteada para estimular nuestra participación y obligarnos a centrarnos más en nuestro cuerpo, por ejemplo, calmando nuestra respiración para reducir el nivel de estrés.
Por otro lado, Didier Fiúza Faustino es el autor de Doppelganger, una máscara impresa en 3D que luce como una prótesis para impedir el contacto. A pesar de que controle el acto de besar, las bocas encajan sin problema por medio de un orificio perfectamente trazado y proporcionado. Como una máscara de higienista que se ha de mantener en equilibrio, obligando a que los rostros se sientan recíprocamente en una especie de espejo.
Cuando la naturaleza se fusiona con el organismo humano
En otra línea creativa, Francesca Lanzavecchia —cofundadora junto a Hunn Wai del Lanzavecchia + Wai Design Studio, con sedes en Italia y Singapur— trabaja en la cooperación del diseño con la ciencia y las humanidades. Interesados en la relación del usuario con el medioambiente, en Metamorfosis vegetal enseña cómo nuestro cuerpo puede dialogar con la naturaleza y ser una extensión de esta.
Y de la naturaleza a lo onírico con Print my sleep, de Rafael Gil Cordeiro. Esta propuesta hace visible la esencia discreta e inconsciente del sueño y la traduce en objetos disfuncionales. Como una pieza de contradiseño estético, esta libera al acto de soñar de su paradigma de optimización e idealización y le devuelve parte de su intimidad original. A partir de datos individuales —el pulso, la saturación de oxígeno y el movimiento— se originan esculturas de cerámica impresas en 3D, cada una de las cuales simboliza una fase distinta. Digamos que, en cada forma, el sueño se vuelve un relato con su propia sintaxis e interpretación.
La prótesis que nos complementa
El Laboratorio de Plasticidad es un proyecto de Dani Clode. Y en él ha creado El Tercer Pulgar: una extensión de la mano impresa en 3D que puede ser controlada con los pies. De ese modo, se analiza la relación entre mover el cuerpo y dirigir la tecnología conectada a la persona. El Tercer Pulgar tiene movilidad gracias a unos cables que, conectados a motores en la muñeca y sometidos a dos sensores de presión en los zapatos, se comunican con el pulgar a través de Bluetooth.
Y con una visión cercana, el exoesqueleto concebido por Marc Sapetti en la Chairless Chair permite alternar entre caminar, estar de pie y estar sentado ágilmente. Su flexibilidad ofrece la posibilidad de ajustar posiciones según la necesidad del usuario, sin limitaciones de posición y una adaptabilidad a distintas alturas y pesos. Y, por si fuera poco, lleva menos de 30 segundos colocarla.
Siguiendo la tendencia de potenciar lo ya existente, la diseñadora belga Jasna Rok ha imaginado Trypophilia, una colección de prendas tecnológicas y sensibles que funcionan como una piel aumentada e inteligente. En ellas se hacen visibles las emociones, facilitando su comunicación y permitiendo crear vínculos empáticos. Configuradas con una serie de interfaces, los trajes ponen a prueba las reacciones y percepciones íntimas frente al entorno.
Igualmente, en su investigación Prosthetic X, Isaac Monté ha plasmado una serie de prótesis que pueden usarse como indicadores estéticos del funcionamiento o no funcionamiento de áreas de nuestro cuerpo. Una especie de “órgano artificial de datos» que recuerda mucho a uno natural. Para el creador belga, Prosthetic X explora cómo herramientas no invasivas de control de la salud nos darán una visión global del estado social, mental y físico de alguien. Consiste en una plataforma alrededor de la cabeza y las manos a la que se pueden conectar nueve prótesis, que responden y se adaptan en tiempo real a nuestro estado interior y externo. Un grupo de extensiones corporales que viven, respiran, se mueven y cambian de color, como nuestras entrañas.
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