El diseñador francés Patrick Jouin nació en Nantes, Francia, a mediados de los años sesenta. En la actualidad es uno de los creadores más aclamados, tanto en su país, como en el panorama internacional. Después de estudiar diseño y a través de una breve colaboración, se incorporó a Philippe Starck Studio en 1995. Patrick Jouin, lanza su propio estudio tres años más tarde, en 1998 en París, donde reside actualmente. Desde entonces dirige la oficina de diseño que lleva su nombre, así como el estudio Jouin Manku, centrado en arquitectura e interiorismo y que conduce conjuntamente con su socio Sanjit Manku.
Es mundialmente aclamado por los interiores para los restaurantes del chef Alain Ducasse y por sus múltiples colaboraciones con Cassina, Kartell, Alessi, Puiforcat, JC Decaux o Fermob. Su olla de pasta para Alessi logró el Compasso D’Oro en 2011 y también tuvo una exposición retrospectiva en el Pompidou en 2010, con apenas 42 años.
Jouin nos recibe en pleno confinamiento para hablar de los diseñadores durante esta pandemia. De cuál es su verdadero papel en estas circunstancias y si deberían tener presencia en las instituciones en momentos como este (y en la vida en general). Hablamos sobre la redefinición del lujo como concepto en transición, de sus trabajos para adaptar el sector de la hostelería a la nueva distancia social que Alain Ducasse presentó el 24 de abril en el Palacio del Elíseo y de por qué ha recomendado a Anne Hidalgo (alcaldesa de París), que incorpore diseñadores a su equipo de trabajo. Combina la ingeniería con la inspiración en la naturaleza y la investigación en materiales. También reflexiona sobre cómo las nuevas técnicas de fabricación suelen dar pie a estéticas totalmente nuevas y rompedoras que habrá que depurar poco a poco.
También repasamos su trayectoria profesional, de marcada tendencia humanista, cómo fueron esos comienzos de la mano de Philippe Starck y cómo recondujo su vocación por la medicina, porque “la fealdad también es algo que hay que curar”. Comparte lo aprendido en esta etapa y aconseja trabajar desde el instinto y la intuición, defender en lo que uno cree y ser fiel a las ideas propias.
Reconoce que le mueve la experimentación e intenta repetirse lo menos posible. Considera que el estilo personal -tan marcado en algunos diseñadores- no sólo es un error, sino un obstáculo para superarse a sí mismo. Él prefiere reinventarse cada vez que coge el lápiz, porque antes muerto que aburrido.