María Langarita y Víctor Navarro forman parte, incuestionablemente, del panorama consolidado de una generación española de arquitectos jóvenes. Profesionales en cuyos trabajos asoma ya la fortaleza de una madurez ganada a través de la experiencia, pero que todavía mantienen intacto ese impulso que incita al atrevimiento y a la búsqueda de su propio camino.
Langarita-Navarro: ligereza arquitectónica
Nacidos en 1979, comenzaron su asociación en 2005, tras estudiar en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Desde entonces, han afianzado una trayectoria —respaldada por una intensa dedicación a la investigación y a la teoría— en la que destacan la transformación de la Nave 15 de Matadero para que albergara la Red Bull Music Academy (2011), MediaLab-Prado (2012) y el Centro Cultural de Benidorm (2021). La versatilidad de los ambientes y de las funciones es una premisa base de su estilo, y de ella deriva uno de sus principales signos de identidad: la ligereza. Su arquitectura quiere posarse sobre el suelo no de una manera protésica, sino estableciendo vínculos y relaciones con él, a menudo inusitadas.
Sentada, junto a Víctor Navarro, frente a una biblioteca rica en monografías de artistas, María Langarita menciona durante esta conversación las pinturas del modernista Ramón Casas y los “espacios arquitectónicos extraordinarios” que hay en algunas de ellas. Acuden a la memoria esas persianas retiradas de la fachada —Mujer cosiendo en el patio—, unos toldos —Interior al aire libre— o un patio lleno de grandes macetas y plantas trepadoras —Retrato de las señoritas N.N.—, y cómo estos elementos confieren cualidades singulares a la experiencia de esos edificios. Este tipo de factores es lo que ella y Víctor denominan la “dimensión pellejo”.
“En nuestra educación siempre se hacía hincapié en que el deber de la arquitectura era perdurar y mantenerse sin alterarse apenas en el tiempo. La arquitectura que estudiábamos poseía unas características de solidez muy específicas, pero no se ponía atención a las materialidades más blandas como los textiles, lo vegetal, las urdimbres o incluso el movimiento de abrir y cerrar las ventanas. Sin embargo, hemos ido dándonos cuenta de que las construcciones que más apreciamos son aquellas orgánicas, mutables y cambiantes, que hablan del tiempo en el corto plazo y que generan sistemas de afecto: un toldo, hiedra en una fachada o una urdimbre de alambres… Materias que están fuera de normativa, pero que tienen un impacto enorme sobre la experiencia arquitectónica”, explica María.
ROOM Diseño.- El planteamiento que subyace en estos conceptos es el de generar arquitecturas no mediante la idea de “construcción”, sino a través de entornos para habitar. Pero otro punto clave para entender vuestro trabajo es lo que llamáis “capa profiláctica”.
María Langarita.- Así como cada edificio tiene una autoría, no hay ninguna autoría respecto a qué forma van a tener los caminos peatonales dentro de la ciudad, por ejemplo. A esto nos referimos al hablar de la capa profiláctica que cubre el territorio. Hay aspectos que surgen de una especie de disposición automática que la ciudad ha adquirido de una manera irreflexiva o acrítica. No obstante, esta es la capa que produce las transformaciones más intensas en los estilos de vida urbanos. Cuestiones que tienen que ver con la humedad, el equilibrio hidrotérmico y biótico, la gestión del calor y el frío
Víctor Navarro.- En relación con esto, otra de las lecturas del concepto “pellejo” es entender que la sección de un inmueble no se acaba en una capa negra, que sería lo que consideramos la base. También tiene que tener unas raíces y llegar a determinadas cotas, donde hay unos niveles freáticos… Y cuando incorporas esto en el proyecto, aparecen superpoderes.
“Hemos ido dándonos cuenta de que las construcciones que más apreciamos son aquellas orgánicas, mutables y cambiantes, que generan sistemas de afecto: un toldo, hiedra en una fachada o una urdimbre de alambres…
María Langarita
ROOM Diseño.- Como sucede en la Casa Hernández (2021).
Víctor Navarro.- La vivienda está situada en una zona que había sido un descampado y que se convirtió en un vertedero. Una de las primeras lecturas que hicimos fue que, si teníamos que llegar a un suelo firme y vaciábamos todo lo sobrante, nos acercábamos a una capa de nivel freático. Optamos por no entender esa parte de la vivienda como un sótano hermético y cerrado para el coche, sino que lo transformamos en un vaso de entrada de luz en el que también pueden habitar especies vegetales que apenas precisan de riego. Si generas tu propio ambiente en vez de observar la hilera de adosados, de repente te surge una arquitectura impensable según la normativa. En este caso, un bosque atlántico en lo que por inercia le correspondería ser un secarral.
ROOM Diseño.– No os saltáis la normativa, pero de algún modo la retáis.
María Langarita.- Tratamos de combatir esos parámetros que llevan a que las construcciones se conciban como submarinos y se aíslen totalmente del resto. Frente a este paradigma, hay otro que es erigir arquitecturas como barcos veleros en los que unas veces la fuerza del viento te llevará a favor y, otras, tendrás que reaccionar moviendo algunos elementos. Arquitecturas que se caracterizan esencialmente por esa condición de estar abiertas y permitir ser atravesadas por las circunstancias.
Víctor Navarro.- Con esta pauta en la Casa Hernández, en lugar de aislar todo el agua del subsuelo, intentamos dejarla entrar en los jardines y comprobar qué tipo de vida se podía originar con ella y qué beneficios podía aportar a la experiencia de la vivienda: ventilaciones, humedad, frescura, etcétera. De hecho, hemos planteado aquí un ejercicio como el de la nave en Matadero: aprovechando su conexión con el subsuelo, penetrar esa capa con la vegetación, hacer que esa energía, esa agua y esas plantas formasen parte de esa ciudad aérea donde los humanos viven. Una ha sido una práctica doméstica y la otra fue a gran escala, pero en ambas hay una misma visión.
Arquitectura española para lo transitorio
Aunque en la investigación y las propuestas de Langarita-Navarro se detectan claramente las preocupaciones cruciales que afronta la arquitectura de hoy —reparar asuntos medioambientales y sociales—, sería equivocado pensar que su labor esté condicionada por la actualidad de esas cuestiones. Al contrario. El fundamento de su trabajo es la permanencia, una permanencia o firmitasque debe ser capaz de servir a lo transitorio. “La arquitectura está constantemente adaptándose a los distintos cambios y sensibilidades que van produciéndose en la sociedad. Hoy se enfrenta a la problemática de una crisis climática y económica de escala global. Son circunstancias que debemos considerar temporales. En nuestra opinión, debe sobrevolar las circunstancias de corto plazo, ya que es una de las pocas actividades humanas instaladas en el largo plazo”.
«¿Cómo puede la ciudad ir adaptándose en el tiempo sin llegar a este punto de crisis energética que supone destruir un edificio para construir otro parecido?”.
María Langarita
ROOM Diseño.- Estáis ocupados ahora en el proyecto Manzana Verde (2017), una residencia colectiva. ¿Cuáles han sido vuestros objetivos prioritarios?
Víctor Navarro.- Uno de los retos de Manzana Verde era indagar cómo, tras el movimiento moderno, podía crearse un tipo de vivienda compacta, mediterránea, socialmente comprometida y de alta densidad. En este proyecto era fundamental, sobre todo, pensar en el futuro. Es decir, que no se debían fijar las formas de vivir del presente, sino ser una estructura que evolucione con el tiempo. Por lo tanto, en lugar de hacer un bloque de pisos cada tres metros, pensamos en plantas duras cada 9 metros y, entre ellas, unos forjados más livianos que puedan ser modificados, y en los que surgieran tipos de vida que no estuvieran destinados solo para una unidad familiar, sino para muchas posibles variantes. La arquitectura, en realidad, no es un anclaje estable que se fija a futuro, sino un soporte pensado para mutar.
María Langarita.- Creemos que se debe construir sólido y no-sólido, estable y cambiante. La estructura de Manzana Verde podrá variar según el empleo que se le quiera dar, y sin que sea preciso tirarla abajo. Con este proyecto queríamos responder a algunas preguntas. ¿Cómo puede la ciudad ir adaptándose sin llegar a este punto de crisis energética que supone destruir un edificio para construir otro parecido? ¿Cómo concebir una urbe donde la diversidad de tipologías y usos sucedan en altura? ¿Cómo hay que plantear las redes de circulación vertical para que un inmueble pueda funcionar según las normativas sin que sea necesario ningún tipo de demolición? Por eso proponemos una estrategia con la que producir una ciudad mediterránea integrada, adaptable y sensible con los ciclos de vida de sus componentes, es decir, la adaptabilidad sin derribar, lo que implica que existan otras dinámicas que ya están en el ADN de la arquitectura.
ROOM Diseño.- Una reflexión con la que volvéis a poner a prueba a la normativa vigente.
María Langarita.- Si nuestros proyectos permitieran esa apilación, algo que actualmente no es posible debido a las normativas para la evacuación, se podría volver a renegociar la cantidad de espacio público del que la ciudad dispone, no solo para ocio u otro tipo de actividades, sino también para acoger vegetación, que es vital en el control natural de temperatura y humedad.
Seguramente, la más precisa definición sobre la práctica profesional que encarnan María Langarita y Víctor Navarro se encuentre en uno de sus propios escritos, «Amueblar el mundo», prólogo al libro Una casa fuera de sí (2022). En él se rechaza la actitud mesiánica del arquitecto moderno, cuya obsesión es “deshacer el mundo para construirlo de nuevo”. Frente a esto, ellos reivindican la idea de aprender a habitar el planeta: un aprendizaje que no brotaría de la regresión a un punto cero, sino de la aplicación de una nueva lógica, esa de “amueblar” como quien “reinventa el salón de su casa”. Es decir, mirar a la realidad y a sus necesidades desde lo cotidiano, poniendo en activo una inteligencia que, como su arquitectura demuestra, posibilita la generación de entornos e imaginarios de nueva sustancia.
En este enlace puedes leer más artículos sobre la arquitectura de Langarita-Navarro.