Un refugio de la ciudad. Esa fue la premisa del cliente cuando contactó con el estudio de arquitectura Wei Yi International Design Associates para crear 12M: un apartamento minimalista en medio del frenesí de Taipéi, en Taiwán.
Cómo escapar del ajetreo de Taipéi
Refugio, una palabra con la que pensamos en protección y que alude tanto a una construcción como a un estado de ánimo. Es probable que nos venga a la mente un espacio cerrado, no muy grande, que nos separa de alguna clase de hostilidad, ya sea una amenaza física o climática. Pero cuando no hay leones que nos coman y el clima es tolerable, ¿de qué nos resguardamos?
En medio de la energía frenética de las urbes asiáticas, la vivienda 12M se erige con un objetivo principal: proteger al morador. Como comentábamos, un refugio implica algún tipo de amenaza y, en este caso, parece ser la propia ciudad, la vida moderna y la saturación de mensajes, información y estímulos que compiten por captar nuestra atención. ¿Cómo evitar estar expuestos a todo eso? ¿Cómo conseguir que la mente se detenga para que reine la calma al entrar en el hogar? A través del equivalente visual del silencio: la monocromía, las líneas rectas y las superficies lisas. Que nada haga ruido ante nuestros ojos cuando crucemos la puerta.
Curva y cemento en un apartamento minimalista
Esta tipología de proyectos son el punto fuerte del estudio Wei Yi International Design Associates, cuyos interiorismos minimal están cargados de sensibilidad poética. El apartamento recibe el nombre 12M por el muro curvo de 12 metros que conecta las dos partes que componen esta casa: zonas comunes destinadas a la reunión social y un área privada para el descanso y el recogimiento. Este mismo muro —protagonista absoluto de la propuesta— no solo divide los ambientes a la vez que los comunica, sino que gracias a una serie de juegos de luz refuerza la idea de lo público y lo íntimo en las diferentes estancias.
La tonalidad monocroma del cemento —solo alterada por algunos de los muebles, pero siempre en una paleta suave— transmite ese sosiego tan buscado por el inquilino. Sin embargo, lejos de resultar monolítico o de expresar frialdad, el tratamiento del material contempla distintas texturas en suelos, techos y paredes que aportan un elemento escultórico. Todo se evoca, pero no se termina de mostrar en un interior honesto y misterioso al mismo tiempo. Como decíamos al comienzo: un lugar más para el alma que para los sentidos.
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Taipéi, en Taiwán.