Desde su salida a la venta en 1993, el Renault Twingo ha sido foco de amantes y detractores a partes iguales. Y ahora en su 30º aniversario, la diseñadora Sabine Marcelis ha reacondicionado su apariencia para que, a pesar de los años, siga dando mucho de qué hablar.
Un cambio de imagen para el Renault Twingo
Estamos en la era del reboot; quizás porque se ha perdido la confianza en que algo nuevo pueda iluminarnos o porque nos hallamos en plena crisis de nostalgia. Esa tendencia que nos conduce al “tiempo pasado siempre fue mejor” se ha instaurado de lleno en la década de los 20 de este nuevo siglo. Y parece que también atañe al terreno del automóvil. Si el año pasado Mathieu Lehanneur transformaba el Renault 4L en una suite sobre ruedas, ahora la diseñadora Sabine Marcelis ha hecho lo mismo con el mítico Renault Twingo en las vísperas de su 30 aniversario. Y es que en los cumpleaños de sus vehículos, Renault sabe que el mejor regalo es un rebranding a base de diseño como nueva capa de chapa y pintura.
En 1992 el Renault Twingo ya dio de qué hablar en el Salón de París. Huérfanos de mascotas, adquirir un coche con cara de rana y color saturado era lo más cerca de la infancia hasta el momento. Pequeño, pero espacioso. Atemporal, pero icono asentado de la época. Por fuera simpático y vibrante y por dentro una estancia funcional de tapicería estampada. La twingomanía fue una realidad palpable que se extenderá solo hasta 2024 con la comercialización del último modelo, y Marcelis ha cogido el relevo para llevar todos los elementos característicos de este monovolumen “a un reino más lujoso, activado por la luz y la materialidad”. Aspectos que siempre están presentes en los trabajos de la diseñadora neerlandesa.
Sabine Marcelis confecciona una atmósfera incorpórea
Luminosidad tenue en una suerte de textura translúcida y una declarada carta de amor por la resina son dos rasgos recurrentes en el porfolio de Sabine Marcelis. Lo vemos en su diseño de autor donde condensa en objetos la belleza cromática del crepúsculo, ya sea en la geometría angulosa de espejos como Mirage —que levanta en medio del desierto de Dubái— o en la apetitosa suavidad de sus bancos Butter. Pero su talento de art designer —de gran éxito en galerías— no es lo único que le ha labrado un nombre en la industria, sino también sus colaboraciones con gigantes como IKEA, de la que resultó su colección de lámparas esculturales llamada Varmblixt. Cercana a estas proezas, Marcelis ha sido capaz de trasladar todo el enigma de sus composiciones al campo del motor, conservando su fidelidad a la estética noventera de Twingo, pero también respetando su propia sofisticación artística.
La firma de la neerlandesa queda reflejada en la cromática pastel y el carisma translúcido, lo que aporta a este conceptual automóvil una carrocería esponjosa, como recién salida de esos escenarios fantásticos ideados por inteligencia artificial. El truco se revela en la apuesta por un tono blanco mate semitransparente desde el chasis hasta las ruedas, lo que permite exhibir ciertos detalles del exoesqueleto mecánico. Esta manifestación corpórea se contrapone a un habitáculo futurista, que baña en rojo todos sus detalles, transmitiendo la misma impresión visceral que la que hallamos al diseccionar un cuerpo. «Es un poco como un automóvil de adentro hacia afuera, donde el exterior está despojado de color para que solo se puedan experimentar las diferentes variantes visuales del PMMA [plexiglás]», explica la diseñadora.
Esta maniobra convierte al Twingo de Marcelis en un organismo vivo que sigue manteniendo la sonrisa de su franja naranja y sus dos ojos de rana, que miran el mundo con tecnología led. A pesar de la instalación de un motor eléctrico en su armazón, el futuro de esta obra queda relegada a la mera contemplación como otro ejemplo más de one/off que no busca comercializarse. Una noticia triste para todos aquellos que soñamos con conducir un vehículo que puede ser etéreo sin alterar si quiera el estado material de su estructura.
Descubre el otro one/off de Renault, el Renaul 4L diseñado por Mathieu Lehanneur.
30 años.
Sabine Marcelis es una de las pocas voces femeninas del diseño que se mueve en el panorama internacional, un entorno en el que ha ido destacando con un trabajo minucioso, detallista y de líneas limpias. Reina del neón, sus diseños se manifiestan en instalaciones, en propuestas de interiorismo y, sobre todo, en expresivas creaciones únicas o de edición limitada.
