Situado en Petrer, el proyecto de Pablo Muñoz Payá Arquitectos ha convertido una casa rural tradicional en una vivienda unifamiliar llevándola al tiempo presente.
La reforma a través de la conservación
Dentro de un volumen originario, el equipo de Pablo Muñoz Payá Arquitectos ha rediseñado hábilmente una nueva distribución que pretende guiar a su usuario en un recorrido más lineal e intuitivo. Con ello se propone, además, replantear la jerarquía espacial dando protagonismo a la sala de estar —amplia y diáfana— en unión visual con el jardín. Y todo enmarcado por la misma arquitectura, a la manera de Le Corbusier.
Consciente de su antigua índole, lo pétreo marca en este proyecto el límite y el ritmo y, al hacerlo, nos habla de una metamorfosis. A partir del arquetipo primordial, un techo a dos aguas —apoyado en soportes verticales— toma forma tanto en el exterior como en el interior, con un movimiento que lleva a la vivienda al tiempo presente.
A la fachada más tradicional se yuxtapone una nueva permeabilidad con pequeñas aberturas en la zona de estar externa. En perfecta comunicación con su entorno, la vivienda preserva todo su carácter de auténtico hogar. Mientras que la protección de la privacidad no se desvanece en ninguna estancia, sino que se fortalece definitivamente en los lugares dedicados al descanso.
Materia local en una arquitectura rural
La pertenencia del estudio a la tierra alicantina ha contribuido seguramente al resultado eficaz de la reestructuración. Por eso se aprecia una coherencia matérica entre objeto y territorio. La piedra local se une a la madera sobre un fondo conformado por los antiguos olivares y la naturaleza circundante. Tras las huellas de grandes arquitectos del pasado, como Wright, el equipo utiliza componentes autóctonos para definir su propio lenguaje de composición.
Un discurso tricromático en el que cada elemento se presenta en su tono natural y en el que cada código de color corresponde a una función concreta. La madera mueve, el metal dibuja, la piedra consolida. Este mismo alegato continúa en el exterior, construyendo un único diálogo entre los dos ambientes. El dinamismo generado por la madera remueve las superficies, amplía el espacio en altura y rompe con el estatismo heredado del edificio anterior.
El criterio japonés de Pablo Muñoz Payá Arquitectos
Sin embargo, a pesar de la huella mediterránea se perciben claras referencias al diseño japonés. Como la optimización del terreno en su planta dispositiva. Aunque entre otras señales más evidentes hallamos la importancia de la esencialidad, el trabajo articulado de las vigas en la cubierta, la presencia del agua y el tratamiento de los olivos según los criterios del jardín zen. Y así logran ceder cierto protagonismo al aire, a la luz y a una intrigante geometría que lo envuelve todo como una tela pura y neutral.
En este enlace puedes leer otra de las reformas más comentadas de este año, el apartamento de Studio.Noju en las Torres Blancas de Madrid.
En Alicante, España.