París bien vale una misa, sobre todo para España, que aterriza en la próxima edición de Maison & Objet con una colaboración junto a Madrid Design Festival en los Los Rising Talent Awards. Bajo el certificado made in Spain, un jurado compuesto por Xavi Franquesa, Inma Bermúdez, Belén Moneo, Álvaro Matías y Jaime Hayón ha sido el encargado de seleccionar a las siete joyas de la corona que representarán el talento emergente español en la feria gala. Siete jóvenes con una sólida trayectoria que todavía tienen mucho que decir a través del diseño.
Josep Safont
Josep Safont convierte la fibra en una extensión más de sus dedos —la enhebra, la trabaja, la borda, la perfila— y el telar es su campo de acción: un lienzo en blanco donde proyecta un imaginario orgánico que bebe de la naturaleza y de su libre albedrío, un lugar en el que es capaz de expresar los conflictos más elementales del ser humano. Formado en la Escuela Massana de Barcelona como técnico de artes plásticas y diseño de arte textil, Safont reivindica el tejido como ese instrumento que puede hacer tangible un sentimiento, un episodio vital, una reflexión.
La inquietud es el hilo que todo lo teje, un mantra que alimenta con su uso no convencional de la fibra y su constante investigación en nuevos materiales, nuevas técnicas y nuevos procedimientos. La contemplación de su obra nos transmite la quietud desmedida (No vull oblidar), la algarabía de un geómetra estudiado (La Ceba som tots) o la grieta más íntima (Mirades Perdudes). Young Ambassador en Homo Faber (2018) y también en Venecia por la Fundación Michelangelo (2022), Josep Safont urde ante nosotros un paisaje colmado de artesanía; un entramado que se irá extendiendo, sin duda, a lo largo de los próximos años.
Álvaro Aramburu
Álvaro Aramburu es un creador con una curiosidad bicéfala: su práctica admite diseño industrial y artesanía contemporánea a partes iguales. Los útiles que nacen de sus manos son reflexivos y juegan a un desdoblamiento que atiende a función versus concepto. Además, también se conciben de dos formas posibles: bien digitalmente o mediante el tradicional “hecho a mano”. Su formación incluye Diseño Industrial en Madrid y Artes Aplicadas en la HDK Steneby. Y es que incluso su vida está afincada entre dos realidades: el bullicio madrileño y la ruralidad al oeste de Suecia, lugar donde reside desde hace tiempo.
Al observar el porfolio de Álvaro Aramburu, se puede visualizar el criterio minucioso, el cuidado artesano y, principalmente, el amor a la madera. Un material que explora y trabaja con dedicación por la posibilidad de tallarlo y de exhibir el detallismo en sus texturas. Sus piezas de arte se embarcan en una travesía por las siluetas irregulares, como si acabasen de brotar de la tierra de un modo espontáneo; lo vemos en su escultura Leño Blanco, en su jarrón Hongos o en sus cuberterías. Sin embargo, en su mobiliario la precisión nos devuelve al organicismo, como sucede en Coffee Station, donde el roble teñido, el acero y el latón conviven armónicamente, con absoluta medida. Cofundador de Studio Växt —un espacio de coworking para artistas y diseñadores—, su dualidad impregna las disciplinas que lo circundan, porque tras el duplo de Aramburu, hay también otro Aramburu.
Marta Armengol
Marta Armengol sabe que el éxito del acierto son los múltiples errores que surgen de él. Arquitecta por la ETSAB, desempeña su labor en el estudio More Design, pero su pasión por moldear aquello que la rodea es lo que la convierte en una auténtica creadora multidisciplinar. Su trabajo se asienta en la experimentación, y no hay terreno donde no aterrice: escenografías para la gira del Mal Querer de Rosalía, interiorismo de la tienda Camper en Valencia o la conversión del vidrio en objeto de deseo. La visión vanguardista marca el porvenir de su práctica, afincada en su Mallorca natal y repartida por el mundo: desde el Palais de Tokio a Matadero Madrid, pasando próximamente por los salones de Maison & Objet.
Hay cierta intuición en lo que hace, una intuición que se derrite en sus Glasses —copas que nos ayudan a descubrir otras maneras de beber— o en sus Melting Bowl, Melting Spoon y Melting Candle. De sus ejercicios emergen formas que no temen a la física, y se retuercen, se arrugan, se estiran y se golpean a sí mismas, como ocurre en la serie Glass Still Life: un bodegón en colaboración con Apartamento Magazine por el que desfilan piezas de vidrio salidas de alguna dimensión lovecraftiana. Marta Armengol coge la brutalidad del material atávico y lo actualiza, sembrando una estética nueva y sinuosa. Una estética simbionte donde arte, arquitectura y diseño reparten el peso de un talento que no deja de expandirse.
Marta Ayala Herrera
Marta Ayala hace del diseño una declaración de intenciones. Fiel al decálogo de Dieter Rams, reivindica la simplicidad y la honestidad en los objetos que fabrica, dirigiendo su atención en la relación que estos plantean con el ser humano y su entorno. Es precisamente esta concepción la que la lleva a impregnar sus obras de significados múltiples, enfocados en temas de actualidad como la pandemia, el feminismo o la propia sociedad. Diseñadora Industrial por la Universidad Antonio de Nebrija, su gran empuje para dedicarse a esta profesión fueron los libros de Munari, quizás por eso ella misma encarna la definición que el maestro italiano hacía del diseñador: “un planificador con sentido estético”.
Natural de Córdoba, pero con sede en Poblenou (Barcelona), hay un cierto matiz de arraigo artesanal y andalusí en el acabado de algunos de sus muebles. Sus bancos Patio y Patio II —una fusión de asiento de enea y estructura en tableros MDF— suponen una proclama sobre ese lugar de importancia mayúscula en la tradición cultural cordobesa: un sitio de reunión delimitado y destinado a la convivencia tan históricamente compartida por mujeres. También encierra el individualismo occidental a través de su banco 2 a 1, dos bases sobre las que dos personas pueden sentarse y, aun así, sentirse en soledad. Asimismo, lo industrial y desmontable también tiene cabida en su porfolio, sobre todo en el mobiliario elaborado para Casa Encendida. Ganadora del premio Injuve (2013) por sus espejos Nébula, Marta Ayala posiciona lo humano como el eje de su discurso, una proclama que la sitúa en la misma senda de aquellos diseñadores que hicieron historia desde la absoluta sencillez.
Miguel Leiro
Miguel Leiro cuestiona todo lo que existe y aquello que todavía está por concebir. Su enfoque anida en una filosofía sobre los procesos de diseño, el futuro de la disciplina y la visión del objeto como entidad, pero también en la practicidad mística que albergan los suyos propios. Licenciado en Diseño Industrial por el Pratt Institute (Nueva York), en su trabajo busca generar tanto preguntas como soluciones, una inquietud que canaliza a través de ejercicios de comisariado en España o EEUU, e incluso ejerciendo como director y fundador en la Bienal Mayrit: el festival de diseño, arquitectura y arte madrileño que ha celebrado ya su segunda edición.
“Todos mis diseños son funcionales, no busco hacer arte”, sentencia Leiro. Aunque solo hay que estudiar su recorrido para hallar que detrás de su perfil pragmático se esconde un agitador de conciencia, un músculo transformador que late con afinidad a cualquier material. En Civitá —la colección que surgió durante su estancia en la Academia Española en Roma (2016)— dio vida a 24 útiles que condicionaban el uso de un triclinio contemporáneo. No obstante, la reflexión en torno a la dualidad en el mobiliario se presenta con Aim, un carrito mutable de acero que lo mismo esconde nuestras pertenencias, que las exhibe sin tapujos. Y esta idea encuentra su culminación en Relicario, en donde un aparador reinterpreta lo sacro desde la categoría profana: ¿puede un mueble sagrado albergar también lo más banal de nuestras vidas? En general, todo lo que Miguel Leiros construye tiene un por qué, una provocación, un aforismo. Porque su ontología es una diana y su diseño la flecha que siempre da en el centro de todas las suposiciones.
Max Milà Serra
Lo cotidiano es el manifiesto sobre el que Max Milà Serra asienta su trabajo. Graduado en diseño por la ELISAVA de Barcelona, Max orienta su práctica en capturar la luz a través de sus piezas, imbuyéndolas de oquedades, de contornos diversos y de combinaciones matéricas poco convencionales. Su afán por atrapar lo efímero lo conduce a erigir instalaciones que evoquen fenómenos naturales. Un acto que las transforma en una apología distópica industrialmente bella. Es ahí donde reside su voluntad por jugar con las escalas y canalizar sus esfuerzos en reproducir la luz en su estado más puro, muchas veces mezclada con el propio movimiento.
Su diseño —casi robótico— es capaz de emular construcciones de ingeniería similares al radiotelescopio de Arecibo, en su Arecibo led. Focos, bombillas, alambres y ledes generan una amalgama inconmensurable que bien podría ser similar a la de las nebulosas que moran por la infinidad del universo. Una estampa apreciable en III P-11 Mission Two. Pero es su fusión de lo artificial con las flores secas lo que suscita una curiosidad alienígena y que repite en su porfolio con Farolillo, Campanilla led o Semilla. Max Milà se aproxima a la creación como si el apocalipsis nos hubiese sorprendido y solo pudiésemos seguir adelante gracias al uso de componentes en su estado primitivo. Como si la poca naturaleza que existiese solo pudiera residir en el extraño brillo de sus artefactos luminosos.
Tornasol Studio
Si diseccionamos el alma de Tornasol Studio, dos nombres salen a relucir de sus entrañas: Inés Llasera, diseñadora industrial, y Guillermo Trapiello, arquitecto. Desde 2017, su actividad conjunta se ha visto enriquecida por un imaginario en el que los fenómenos naturales dejan su concepción pasiva para convertirse en el núcleo de todo: la luz, el sonido, el movimiento, el color, la materialidad… El nombre de su estudio es un homenaje directo al profesor Tornasol del emblemático Tintín, ya que, al igual que el personaje, este binomio también establece conexiones inesperadas con la realidad desde la experimentación.
Las creaciones de Tornasol Studio son un mestizaje entre tradición y tecnología, entre juego y funcionalidad. De esa manera, nacen series como Erosión, compuesta porcuencos y jarrones de hormigón celular moldeado sobre la madera; asientos como Piscina, hecho en fibra de vidrio lacada y acero inoxidable, o el taburete multifuncional Marea, de malla ondulada de acero que se inspira en las trampas para cangrejos.
El humor colorista y formal impregna el modus operandi del estudio, que encuentra en la iconografía asiática un terreno lleno de inspiraciones, aunque también en los contornos surrealistas, como el atardecer que encierra su Sunset Lamp. “Creemos en aquello que decía Franz Hessel de que solo vemos lo que nos mira”, señalaron en una entrevista. Y eso es justo lo que se siente ante los objetos de Tornasol Studio: unos ojos inquietos que jamás se apartan, una mirada lúdica que siempre encuentra la nuestra allá donde vaya.
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Del 19 al 23 de enero de 2023.
Josef Fonts, Álvaro Aramburu, Marta Armengol, Marta Ayala, Miguel Leiro, Max Milà Serra y Tornasol Studio.