La exposición Hyperréalisme. Ceci n’est pas un corps presenta unas 40 obras repartidas en seis secciones cronológicas, que recorren las múltiples formas de representación del cuerpo en la historia del arte escultórico. La muestra, centrada en el vasto campo de posibilidades explorado por los artistas a partir de los 60, podrá verse en el Museo Maillol de París hasta el 5 de marzo de 2023.
El hiperrealismo en la historia centenaria de la escultura
El título de la exposición, Ceci n’est pas un corps, además de hacer referencia a René Magritte, expresa la idea de que cuanto más intentamos captar lo real, más se aleja. La selección de sus esculturas trompe-l’œil proporciona una visión condensada del hiperrealismo, y revela hasta qué punto la representación de lo humano ha estado siempre sujeta a la evolución. Dado su nombre, este movimiento artístico siempre ha buscado imitar las formas y texturas de la fisionomía humana para ofrecer una ilusión perfecta; dar la sensación de estar ante una réplica exacta. No cabe duda de que el hiperrealismo renueva la relación entre el espectador y la escultura, entre el voyerismo y la inaccesibilidad.
Su cuna se encuentra en Estados Unidos, donde artistas como Duane Hanson, John de Andrea y George Segal recurrieron a la figuración corporal mediante el modelado, el vaciado y la aplicación de pintura policromada en la superficie de sus esculturas. Generaciones posteriores como Maurizio Cattelan, Ron Mueck, Sam Jinks y Fabien Mérelle han continuado en esta línea, a la vez que han desarrollado su propio lenguaje. Igual que otras tendencias, el hiperrealismo es un espejo de nuestro tiempo. Por ello, en ocasiones resulta inesperado, llamativo, confuso, angustioso, divertido, emocionante o incluso previsible y aburrido.
Estas estatuas de resina, silicona, bronce, fibra de vidrio… también logran detonar esa fracción de segundo de titubeo, de incredulidad o de conmoción, oscilando entre la inquietud y la fascinación. Aunque llama la atención la ausencia de Charles Ray —uno de los pioneros de esta corriente escultórica—, la variada procedencia de los autores presentados en la muestra subraya el carácter internacional de este estilo, ramificado en todo el mundo y perpetuado hasta la actualidad.
Esculturas hiperrealistas en el Musée Maillol
El recorrido comienza con la sección Réplicas humanas, que recoge obras de los artistas precursores estadounidenses. Duane Hanson refleja el mundo obrero oprimido por el sistema capitalista en Two Workers, también John de Andrea en American Icon. Se trata de imágenes de personas corrientes que consiguen crear la ilusión de su presencia palpable. Por su parte, a través de Caroline, Daniel Firman moldea una figura anónima de tamaño natural que oculta su rostro tras la ropa para revelar la presencia corpórea en movimiento, en lo que parece un momento de angustia o desesperación.
La zona Esculturas monocromas consta de piezas de un solo color o sin pintar, y donde la atención reside en las formas y en los contornos. Destaca Nude on Couch, de George Segal, o Heather, de Robert Graham. Asimismo, Partes del cuerpo engloba a artistas que —a partir de los años ochenta— comenzaron a modular fragmentos del cuerpo para abrir nuevas perspectivas sobre la conciencia de la existencia física. Es el caso de las obras de Carole A. Feuerman que se reducen a menudo a torsos como ocurre con las nadadoras de General’s Twin, el Andy Warhol de Kazu Hiro o el Back to Square One, de Peter Land.
Por otro lado, Juegos de tamaño comprende efigies humanas a escalas fluctuantes. Ampliando o reduciendo las dimensiones, pretenden revelar aspectos emocionales de la conciencia de sí mismos. El artista australiano Ron Mueck es conocido por renovar el lenguaje de esta disciplina utilizando el efecto de cambiar el tamaño , como acontece en Man in a Sheet. Influenciados por su porfolio, autores como Sam Jinks —Woman and Child, Kneeling Woman—, Zharko Basheski —Ordinary Man— y Marc Sijan —Embrace— han continuado en esta órbita.
Y, por último, en Realidades deformadas se muestra cómo las innovaciones en la ciencia y los medios digitales han provocado un cambio radical en la comprensión de lo contemporáneo y en nuestra visión de lo que significa ser humano. Evan Penny, por ejemplo, concibe la corporeidad en perspectivas distorsionadas y borrosas en Panagiota, mientras que Patricia Piccinini modifica lo que a primera vista parece humano en criaturas humanoides o híbridas, como sucede en la engañosa y espeluznante The Comforter. En Josh, Tony Matelli genera la ilusión de un cuerpo en plena levitación.
Si bien la escultura hiperrealista partió de una idea sencilla —la transposición del nivel de perfección alcanzado por la pintura fotorrealista a la tridimensionalidad—, en la actualidad se adapta a los nuevos medios y al progreso tecnológico. El uso y la influencia de las herramientas digitales se palpa en las piezas de los artistas que componen la sección Fronteras móviles, que refleja una vida cotidiana regida por una burbuja digital con su interminable y repetitivo flujo de comunicación.
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El hiperrealismo o fotorrealismo es un movimiento artístico figurativo que reproduce la realidad con una nitidez y definición semejante a la exactitud fotográfica, pero aplicando técnicas pictóricas o escultóricas que hacen la imagen más vívida que la mera fotografía.