Hasta el próximo 17 de julio estará disponible Mañano en DIMAD (Matadero Madrid): una exhibición que diseña un porvenir donde el plan de las Naciones Unidas para la marcada fecha de 2030 se ha cumplido a rajatabla. Con ella en mente, cuatro artistas revelan las implicaciones sociales que tendrían dichas medidas en futuros que nunca llegarán, una desazón que funciona como parodia, como esperpento, como aviso.
El diagrama del Political Compass es famoso en Internet, tanto por su utilidad cuasi académica como por los posibles memes que se pueden generar gracias a él. Está compuesto por cuatro cuadrantes en base a cuatro variables: cuanto más arriba, más autoritario, cuánto más abajo, libertario; y derecha e izquierda como en el imaginario común, es decir, conservador y progresista respectivamente. El comisario de Mañano, Joel Blanco, se encargó de emplear este esquema y de ubicar en cada recuadro a un artista. El resultado es una matriz 2×2 con la que habrían de crear una nueva posibilidad de civilización, un artefacto que terminaría siendo algo físico, constituyente de ese mundo inventado, pero alcanzable.
Los artefactos de Matadero Madrid (authoritarian version)
En el eje de un porvenir de izquierdas y autoritario se halla Exo-Corpse, la obra del valenciano Carlos Sáez, la cual define como un “arma de creación doméstica con fines disuasorios”. Realizada bajo diseño Open-Source con tecnología abandonada, está pensada casi como un exoesqueleto, una armadura concebida desde el feísmo de una realidad llena de problemas ambientales, que han derivado en el greenwashing de empresas extractoras y en una conciencia doliente del consumidor. El reciclaje ya no es moralidad, es imperativo económico.
RAFT —el pseudónimo y plataforma detrás del madrileño Tomás Clavijo— es el responsable de Carbon Sync, la pieza situada en la posición superior derecha, en este caso, autoritario y tradicionalista/continuista. En ella presenciamos un mañana que es un cambiarlo todo para no cambiar nada: una nueva revolución industrial —erigida por la química del basalto como nuevo pilar energético— que vertebra una sociedad cuya quema de combustibles fósiles aún está supeditada a una economía en la que el carbono es el sistema de cambio. Dado que se produce un crédito negativo en el gasto de energía, su artefacto es un nodo de captura de CO₂ como paradigma de una —¿impensable?— explotación energética extensiva que antes de 2030 albergaba zonas agrícolas.
La libertarian versión de Mañano
Siguiendo el orden, toca ahora hablar de Historia de la persiana, domestic algorithm space. Planteada por la tudelana Andrea Muniáin, es así como percibe la rama libertarian left: cuando las miradas dejan de ser algo individual. En un momento indeterminado, que bien podría ser ahora, la imagen enmarcada en una pantalla ha pasado a ser la gran ventana del mundo. Es por eso que ya no existe un interior/exterior, puesto que digitalmente todo es y no es al mismo tiempo. Ese autorreflejo irreflexivo es el epicentro invisible de la falsa ficción de confort, uno siempre deforme, perverso y, por tanto, infinito.
Por último, Joan Vellvé hace de su 2×2 libertarian right una oda que ha titulado Post Neo-Malthusianism. Es, básicamente, un estudio del apocalipsis. Una población drásticamente menor a la actual —un residuo fruto de la actuación tardía frente al cambio climático—vaga por los desiertos en comunidades nómadas, tribales, a lo Mad Max. Se maximizan los pocos medios remanentes y las tecnologías que no conlleven un gran coste energético. De ahí su trabajo: herramientas cartográficas —desarrolladas en P.N-M— que mapean, miden y revelan nuevos territorios, lo que otra vez es desconocido, para ayudar a próximos exploradores en sus viajes indispensables.
Actuar para la conciencia colectiva sobre nuestro futuro, aunque sea desde el diseño o desde el susto, es el nudo que entrelaza las creaciones de Mañano. Quién sabe si todos estos colapsos, que parecen carecer de esperanza alguna, son sin embargo la más clara advertencia de que no estamos tan lejos de alcanzarlos.
Esta exposición se ha celebrado como una actividad más dentro del marco de Mayrit, una bienal de diseño poco convencional.
Comisariada por Joel Blanco, la exhibición la componen las piezas de Carlos Sáez, RAFT (Tomás Clavijo), Andrea Muniáin y Joan Vellvé.