Metaverso es la palabra de moda. En internet, en las noticias… constantemente se escucha hablar de ello como The Next Big Thing. Pero ¿qué es exactamente? ¿De dónde viene este concepto y cuál es su futuro próximo? Y, sobre todo, ¿por qué tiene que importarte si estás vinculado al mundo del diseño?
La historia detrás del Metaverso
La idea del Metaverso no es ni mucho menos nueva. Aunque parece haberse popularizado a raíz del anuncio de Mark Zuckerberg y Facebook —ahora Meta—, el término en sí se origina en la novela de ciencia ficción Snow Crash, escrita en 1992 por Neal Stephenson.
Actualmente, alrededor de este concepto existe mucha especulación, confusión y, por qué no decirlo, mucho humo. Lo primero que debemos tener claro es que Metaverso, como Internet, solo hay uno. Por ello, no tiene sentido hablar del metaverso de tal o cual marca, ya que el Metaverso es la red, el ecosistema completo que agrupa, además, muchas tecnologías como el 5G, la blockchain, NFTs, Web3, etc.
En cambio, sí podemos hablar de cómo las compañías están generando a día de hoy multitud de “mundos virtuales” o “protometaversos”, que cuentan ya con algunas características atribuibles a este: uso de avatares en espacios tridimensionales, la integración de tecnología que permita la compra de activos digitales, entre otras muchas.
Sin embargo, para poder hablar de un Metaverso completo y operativo como tal, deben darse esta serie de condiciones que Tony Parisi resumía en un artículo de Medium:
- Solo hay un Metaverso.
- El Metaverso es para todos.
- Nadie controla el Metaverso.
- El Metaverso es abierto.
- El Metaverso es independiente de un tipo de hardware.
- El Metaverso es una red.
- El Metaverso es Internet.
Como puede verse, estas circunstancias son incompatibles con la noción de “metaverso de empresa”, y resulta esencial la concepción de apertura y accesibilidad para cualquier usuario desde todo tipo de aparatos.
El mundo del diseño en el Metaverso
Teniendo claro lo más básico, podemos preguntarnos por el papel que pueden jugar arquitectos y diseñadores en este nuevo sector. La clave reside en un aspecto importante que hemos mencionado brevemente: la idea del Metaverso como un “Internet tridimensional”. Una de las facetas más seductoras que posee es la posibilidad de sumergirnos en lugares plenamente digitales a través de la realidad virtual, o bien, añadir objetos virtuales en el mundo físico gracias a la realidad aumentada o mixta.
Podemos ver ejemplos en algunos de los universos virtuales más famosos de la actualidad, como Decentraland o The Sandbox, o en videojuegos que pretenden adquirir esas cualidades, como Fornite o Roblox. Si viajamos atrás en el tiempo, aparece Second Life como un precursor de todas estas experiencias. Una plataforma surgida en 2003 y que ya entonces aspiraba a convertirse en un sitio que acogiese todo un compendio de actividades sociales e incluso profesionales.
Entornos tridimensionales y habitables mediante avatares, con una estética propia y a los que se accede desde diferentes dispositivos; pero con un elemento en común: la voluntad de acoger todo tipo de eventos y espacios, muchos de ellos generados por los propios usuarios o empresas.
El diseño y la arquitectura en la dimensión virtual
Justo esa se torna uno de los puntos fuertes para el mundo del diseño. En los inicios de Internet, los diseñadores gráficos descubrieron que, siendo la web un medio plano, podían aplicar sus habilidades de composición y maquetación a ese campo, incorporando unas pocas nuevas herramientas a su metodología de trabajo.
Ante el nacimiento del Metaverso, nos encontramos en el momento perfecto para que otros expertos —como arquitectos, diseñadores de producto y de interiores— den el salto para familiarizarse con esta nueva dimensión llena de oportunidades creativas y laborales. Se está construyendo un universo completamente digital, pero uno que también interactuará directamente con el nuestro, y este proceso no puede hacerse a espaldas de la comunidad del diseño.
Como parte de ella, tenemos la responsabilidad de volcar todo el conocimiento acumulado en nuestra práctica en este nuevo mundo, el Metaverso, para hacer de este un lugar abierto donde se refleje como nunca todo lo que esta disciplina puede aportar a la sociedad.
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En la novela de ciencia ficción Snow Crash, escrita en 1992 por Neal Stephenson.
Como un Internet tridimensional.