La María Antonieta del siglo XXI vestiría futurista, pero sus alcobas serían pura opulencia bañada en cristales, espejos y un gran despliegue de color. Una sensación similar es la que se recrea en la nueva sede de Swarovski en Shanghái, en la que somos testigos de un nuevo rococó. ¿El objetivo? Subirse a la nueva ola de diseño retail en la que el producto ya no es el único protagonista, buscando originar nuevas experiencias de compra.
La potencia del diseño geométrico
Instant wonder es el título que se le ha atribuido a esta flagship store que establece un antes y un después en el imaginario de joyería. Atrás quedan esos típicos mostradores en los que, con una mezcla de timidez y deseo, te acercabas guiado por el resplandor de sus objetos. Ahora las luces y los grandes ventanales atrapan las miradas y nos conducen por una sucesión de espacios donde los brillantes ya no suponen algo lejano, sino que nos hacen creer que estamos dentro de uno de ellos. Uno de sus éxitos es la fuerza del concepto. Un diseño geométrico característico y repetido de todas las maneras posibles, con cuatro colores aplicados sin reparo y luces que aproximan la tecnología a la tradición.
Ese trío de ases se replica igualmente, pero a menor escala, en el packaging: con cuatro tonalidades para las cajas. El octógono se convierte en la piedra angular de su decoración, haciendo un homenaje al corte propio de las gemas de Swarovski, en los que la simetría impera. Así, las distintas estancias que se reparten entre las dos plantas exhiben este diseño geométrico como protagonista, ya sea en arcos, espejos, estantes o múltiples hornacinas que invaden las paredes; desde la sutileza a la completa ocupación en diversas densidades y tamaños. Todo se transforma en un nuevo modo de dar a cada joya la presencia que se merece.
Una reinvención de Swarovski
El cisne, figura representativa del logo de la marca, también se vuelve uno de los elementos principales, no solo presidiendo reiteradamente algunos de los contornos octogonales que imitan las molduras ovaladas de escayola, sino que se lleva al punto álgido de desempeñar la forma de los asientos. Y los clásicos bustos que exponían las gemas invitando al capricho mutan en versiones metálicas, modernizadas y generadas con tecnología 3D, que proporcionan y aumentan los reflejos y la ensoñación.
Siendo uno de los 27 Wonderlab que Swarovski ha instaurado como nueva estrategia, su directora creativa, Giovanna Engelbert, apuesta por el color como hilo conductor entre los diferentes boudoirs. Y en contra del azar, toma como referencia aquellos que están presentes en las piezas de joyería más icónicas de la firma: el verde esmeralda, el rosa empolvado o el alegre y atractivo amarillo medio. Cada una de las salas se tiñe por completo de una de estas tonalidades evocando la fantasía y siendo acuñadas con títulos que parecen sacados de Alicia en el París de las Maravillas, tales como “Galería de las Curiosidades”, “Habitación de los sueños” o “Sala de control”.
La nueva era del diseño retail
Este conjunto de escenarios refuerza la creciente tendencia de concebir el área comercial como un todo, en la que el artículo ha dejado de ser lo único importante y se confía en el máximo potencial del planteamiento retail. El proceso de compra ya no consiste en un ejercicio de elección, sino que la vivencia, la exploración y la inmersión son la clave. ¿Será que nos adentramos en una era en la que el producto es un mero recuerdo o tesoro de la experiencia vivida en su adquisición?
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El diseño geométrico y el empleo del color en cuatro tonos específicos.
El equipo creativo de la marca.